Era 1986, recuerdo estar
acostado en mi cama leyendo “Mad”, me encantaba la tira de “Spy vs. Spy” (Espía
contra Espía), eran, obviamente, dos espías, uno negro y uno blanco, que se
dedicaban a encontrar la manera de acabar uno con el otro, cosa que, por
cierto, nunca conseguían. Y no solamente fracasaban rotundamente, sino que,
además, sus propósitos siempre se les volteaban y todo resultaba completamente
absurdo, irrisorio y estúpidamente divertido…
Exactamente igual que nuestro
gobierno federal, que dice que no espía, bueno sí, pero tantito. Pero eso sí,
querido lector, si usted se siente espiado o tiene alguna prueba de que eso
está pasando, no dude en poner su denuncia en la PGR, el presidente Peña ya dio
instrucciones precisas para que se investigue todo aquello que huela a
espionaje. Él mismo se siente espiado, vejado, ultrajado y amenazado. A él
también le llegan mensajes de dudosa procedencia. “Somos una sociedad que las
más de las veces nos sentimos espiados. Yo mismo, como Presidente de la
República, a veces recibo mensajes cuya fuente u origen desconozco, pero
procuro, en todo caso, ser cuidadoso de lo que hablo telefónicamente. No
faltará que alguien, o que alguna vez exhiban una conversación mía, ya ha
ocurrido”, dijo el Mandatario la semana pasada.
¿Y entonces? Ya no entendí.
¿Quién espía a quién? ¿Quién nos puede defender y de qué nos deben defender? La
teoría del complot toma forma, la mafia del poder existe y nos tiene
completamente vigilados. Sabe todo de todos. El big brother se quedó corto.
Mientras tanto nadie sabe, nadie supo, todo queda entre espías. Claro, espías
de esos que, como los de “Mad”, no hablan, no piensan y, por supuesto, no dan
una. De risa loca.
Obituario: Se casó Eruviel, no
sabe lo que le espera, piensa que va a ser feliz, inocente pobre amigo, ¡no
sabe que va a sufrir!