Hace unos días, el todavía
gobernador de Veracruz, Javier Duarte, acudió a las oficinas de la PGR a
denunciar al que será su sucesor, Miguel Ángel Yunes… ¿la razón?
Enriquecimiento ilícito y lavado de dinero. Ajá, “el comal le dijo a la olla”.
El pleito, por supuesto, va
para largo. Yunes, cuando se enteró que había ganado la elección, lo primero
que dijo fue que va a meter a la cárcel al gobernador Duarte. Acto seguido, don
Javier atacó con sacar todos los trapos al sol y ponerlos en el tendedero del
otro.
Entre bomberos no se pisan las
mangueras, pero estos dos distinguidos veracruzanos están en medio de un
incendio e insisten en quemar al odiado rival.
Duarte aseguró que Yunes
Linares no tiene calidad moral para acusarlo de tener propiedades millonarias.
De acuerdo. ¿Pero Duarte sí la tiene para acusar, de lo que sea, a Yunes? El dice
que sí, “como no debo nada no temo nada, estoy abierto a que se haga cualquier
tipo de investigación en lo que se refiere a mí y mi familia”, dijo el
gobernador.
Ya veremos qué pasa en
diciembre, cuando tome posesión el nuevo gobernador, enemigo casado de todo lo
que huela a Duarte. Por lo pronto, el góber ya se puso su curita antes de que
le salga el grano, no vaya siendo. La guerra sigue y esperemos una nueva
denuncia por parte de cualquiera de los dos. Quizá esta semana se acusen de que
usan un perfume muy chafa o de que se metieron a la fila de las tortillas
cuando tenían trece años. No lo sé, cualquier cosa sirve. Hay que tirar
patadas, aunque sean de ahogado. Dicen que el miedo no anda en burro, ¿entonces
en qué viaja? ¿En tranvía? Puede ser, y en Veracruz había uno bien bonito.
Obituario: La nariz de Oribe
será el pretexto perfecto para que el “Potro” Gutierrez explique su fracaso. De
mí se acuerdan.
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