Sin hacer un análisis profundo -porque ni soy analista, ni soy profundo-, en el imaginario colectivo, en esa
idea que todo mundo, por alguna razón, tiene en la cabeza, Manuel Bartlett es
el orquestador del fraude en las elecciones presidenciales de 1988.
En aquel entonces, como secretario de gobernación "se le cayó el sistema". Ese señor puso a Carlos Salinas de Gortari en la silla presidencial. Él fue
fundamental para que la “mafia del poder” se adueñara de golpe y porrazo, de
una vez por todas, de las riendas de este país. Es parte del equipo de los
malos de malolandia. Tampoco voy a hablar de su amplio currículo, no es
necesario.
Por el otro lado tenemos a
nuestro (porque también es mío) presidente electo, ese que nos va a sacar del
atolladero en el que estamos metidos, ese que va a sanar las heridas, que nos
cuidará y nos apapachará, ese que, en un “tris” acabará con la corrupción y con
el cáncer que aqueja a México. AMLO lleva años y felices días luchando contra
el régimen opresor, lleva mucho tiempo atacándolo y jurando que va a acabar con
todo aquello. Ahora, después de tanta lucha, le llegó la oportunidad, es su
turno al bat, y todos estamos esperando el jonrón.
Agua y aceite ¿no? El presidente
electo ha dicho que aquí se aplica el “borrón y cuenta nueva”. Total, si el
Tlatoani ya lo perdonó, ¿por qué nosotros le tenemos que seguir guardando
rencor? Lo hecho, hecho está, y ahora todos aquellos pecados le han sido
perdonados, ¡demos gracias al señor, nuestro dios, es justo y necesario!
Luego entonces, don Manuel se va a hacer cargo de la Comisión Federal de Electricidad y se acabó... Ahora es bueno, es santo, es un primor, es buen muchacho, es uno de los nuestros. Lo demás, es lo de menos y queda detrás.
Luego entonces, don Manuel se va a hacer cargo de la Comisión Federal de Electricidad y se acabó... Ahora es bueno, es santo, es un primor, es buen muchacho, es uno de los nuestros. Lo demás, es lo de menos y queda detrás.
Así, Andrés Manuel se ha hecho súper
brother de aquellos a quienes juró destruir, ¡qué pena!
Obituario: Gael, ¿y hasta ahorita
te diste cuenta? De verdad que eres lento.