miércoles, 29 de septiembre de 2010

Por la fiesta...


Eran las dos y media de la tarde, las clases ya se habían terminado en la prepa del barrio. En el laboratorio de química, un puñado de jóvenes bebían, bailaban, reían y se la pasaban “bomba”… Fue entonces que llegó el maestro, les quitó las cervezas, les apagó la música y los mandó a su casa…
Ahora los chavos mandaron una carta a la dirección, “si el maestro no renuncia, nosotros no regresamos a la escuela. Y háganle como quieran”.

Hay quien dice que es el mismo caso de la “fiestecita” de la selección nacional. Hacen berrinche, condicionan su estancia y se ponen bravos.

La famosa carta, supuestamente redactada por Rafael Márquez en su calidad de “líder moral” de la selección mexicana, firmada por él y otros doce compañeros de batalla (y de botella) acepta el castigo que se aplicó a los seleccionados “fiesteros”, defiende el profesionalismo de los participantes en el “reven light” (según los mismos participantes) y no cuestiona la veracidad de los hechos que del terreno de lo privado saltaron al ámbito de lo público y luego al de lo escandaloso (¿verdad Salcido?). Tampoco ofrece una disculpa pública por el “autogol colectivo”... Lo único que pide es una cabeza...

Y están unidos, se unen para preservar sus derechos, para poner un alto a los pisoteos, para defenderse de un trato “osco” (por más que busqué y busqué, no encontré qué significa esta palabrita) por parte de los directivos. Y está bien que no se dejen pero, ¿por qué no se unen para que no los traten como vil mercancía en el draft? ¿O para frenar el famoso “pacto de caballeros”? ¿O para dar salida a nuevos valores? ¿O para poner un tabulador en sus sueldos? Me pregunto yo.

Ni a mí ni a nadie nos debe importar si los señores hacen fiestas o reuniones, si platican o arremedan, si se meten con travestis o si las niñas eran de la vida galante. A nosotros (los aficionados al fútbol) nos importa que jueguen y que lo hagan bien (porque hace mucho que no dan una, o más bien nunca la han dado). Lo que hagan al término del partido será problema de ellos. Si acabando el juego se sientan en la banqueta y se toman una caguama en bolsa y con popote, está bien, yo no me opongo, como dijo Juan Gabriel.

No es para tanto señores, ni se rasguen las vestiduras, ni pongan el grito en el cielo. Ya lo dijo José Ramón “la selección no es madre de nadie”. ¡Es fútbol! No pasa nada. Mejor preocúpense por las reformas que el país necesita…

Obituario: ¿Quién es Enrique Esqueda? Digo, el “paleta” también firmó la carta.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Marcelo, el ingenuo

Si no me quieres leer, escúchame...

Se acerca el 2012 y Marcelo ya está apuntadísimo, sin embargo, Don Andrés lleva cinco años en campaña, recorriendo todo el país para volver a ganar esos adeptos que tan estúpidamente perdió. Sólo uno será candidato. Ahí vienen los asegunes, políticamente, Ebrard le debe la vida a AMLO, ¿cuánto costará esa factura? Me pregunto yo.

La izquierda ya sabe cómo elegirá a su candidato, será en el segundo semestre del 2011 en “una encuesta que determine el potencial electoral de cada uno, ahí se tomará la decisión y se respetará una sola candidatura”.

Marcelo apoya la encuesta, para él es el método correcto, y al final los resultados se deben respetar, “lo demás es mezquindad, es ambicionismo (sic), es gente que no tiene estatura política, dividir sería traicionar”, dice que confía en AMLO, “todos los acuerdos que ha hecho conmigo en la vida los ha respetado, todos, y yo también”. Dicen que confiar es bueno, pero no confiar es mejor. Allá él.

Yo quiero ver eso, que se respeten los resultados, sobre todo si no gana Andrés Manuel, ya me imagino el berrinche entripado, ¿otra vez un recuento voto por voto?

En palabras de Marcelo “sería un malnacido ingrato si no reconozco que Andrés Manuel me ha ayudado, pero me debo a los electores”. ¿De veras? ¡Hagan sus apuestas señores, la bomba en la casa de la izquierda no tarda en estallar! Ahí vienen los zapes, golpes bajos, sopapos, piquetes de ojo y demás marrullerías. La arena está de bote en bote, le gente loca de la emoción, sólo nos faltan los rudos en el centro del cuadrilátero…

Obituario: Ya dieron de alta a Cabañas, tiene muchas ganas de volver a las canchas… Eso también lo quiero ver.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Don Agustín, el villano


El 15 de septiembre Don Miguel gritó y se fue a la lucha, misma que duró muy poco tiempo…

La desolación, los asesinatos y el pillaje, fueron los únicos resultados visibles de esa primera insurrección… Después fueron guerrillas aisladas, la lucha ya casi no existía.

Por tanto, el bicentenario de la independencia, debería celebrarse hasta el año 2021, pues fue el 27 de septiembre de 1821, cuando realmente se consumó la independencia mexicana…

Y la independencia mexicana es la obra de un héroe que la historia oficial quiere que sea olvidado, por sus raíces ideológicas, plenamente católicas y mexicanas. Se acusa a Agustín de Iturbide de ser enemigo de la independencia, por haber combatido a los primeros insurgentes… Sin embargo después, por oscuros intereses, que ya platicaremos, se cambió de bando. Iturbide consumó la independencia sin derramar sangre. Supo negociar con los insurgentes y con la corona.

Fue Porfirio Díaz el primero en inventar el "centenario" en 1910, para regatear los méritos de Iturbide. Atribuyendo a Vicente Guerrero lo que fue mérito indiscutible de don Agustín. En 1943 hasta la estrofa del himno nacional que lo mencionaba fue suprimida:

«Si a la lid contra hueste enemiga nos convoca la trompa guerrera, de Iturbide la sacra bandera ¡mexicanos! valientes seguid…
Y a los fieros bridones les sirvan las vencidas enseñas de alfombra; los laureles del triunfo den sombra a la frente del bravo adalid.»


De ahí que no haya ni esculturas, ni homenajes. Tampoco pronuncian su nombre en el grito, ni se recuerda el 27 de septiembre como el día de la independencia mexicana. Y cuando se recuerda, se habla de Vicente Guerrero como "consumador". Para Iturbide, no existen grandes avenidas o ejes o delegaciones o colonias con su nombre, ni figura en los billetes, ni se le menciona en la cápsulas “bicentenarias”, esas que hacen los "expertos" en radio y televisión.

Y hoy, dentro de la Catedral Metropolitana, en la capilla de San Felipe, en un rincón oscuro, sobre un nicho, callada, indiferente y muy olvidada, está la urna de cristal que guarda los restos de quien fuera el verdadero libertador de la nación mexicana, Agustín de Iturbide, cubierta por la bandera que él creó y nos legó, junto con la libertad. ¡Qué injusto! Don Agustín tiene un lugar en el infierno histórico de este país por un sólo pecado: coronarse emperador…

Obituario: Perdón, pero “El Coloso”, la escultura que colocaron en el Zócalo, me recuerda mucho a Sadam Hussein. ¿En quién estará inspirada?

lunes, 13 de septiembre de 2010

¿El Padre de la patria?

Desde el inicio de la guerra de independencia, Miguel Hidalgo e Ignacio Allende tuvieron grandes diferencias. Don Miguel capturaba prisioneros y así, por puro antojo, de noche y a punta de cuchillo, los mandaba decapitar a todos. Quesque para ahorrar parque. De verdad que era un carnicero.
El capitán le criticaba al cura que permitiera los excesos y el saqueo de su tropa; que no procurara organizar un ejército pequeño pero disciplinado; que se retirara de la ciudad de México cuando pudo tomarla, y, sobre todo, que se montara en soberbia al autodenominarse “Alteza Serenísima”. Desde luego, el Padre de la patria se había mareado con el poder. Todas esas razones llevaron a Allende a intentar envenenar a Hidalgo, y como Paquita “tres veces lo intentó” (sí, ya sé que lo de Paquita fue engaño, dénme chance ¿no?), pero nunca pudo llevar a cabo su plan porque el padrecito estaba bien protegido.

Así que, desde mi punto de vista, el verdadero iniciador de la lucha de independencia fue el General Ignacio Allende, quien desde el acantonamiento de Jalapa, ya había escrito en las paredes de su habitación “Independencia, cobardes criollos”. Allende participó y organizó las conspiraciones de Valladolid, Querétaro y San Miguel el Grande… Él lideró el movimiento.
Si el Cura Hidalgo fue puesto como Generalísimo desde el grito de independencia, fue por el poder de convocatoria e influencia que tenía (¿o todavía tiene señor Sandoval?) un religioso sobre el pueblo. Que no era la misma que tenía un militar o un civil.

La caballerosidad de Allende siempre se trasladó al movimiento. Respetaba las estrategias de la guerra y la disciplina militar, no le interesaba matar ni fusilar a sus enemigos derrotados, mucho menos la violencia ni el saqueo. Ese fue el origen del distanciamiento con Hidalgo, porque el cura permitía todo eso.

La victoria en el monte de las Cruces le dejó a Hidalgo el camino libre hacia la ciudad de México, pero no aprovechó esta ventaja. Error con el que condenó la suerte del movimiento independentista, con todo y que la lucha se mantuvo durante cinco años más.

Por todo lo anterior, Don Ignacio decidió destituir a Hidalgo del cargo en febrero de 1811. ¡Bien hecho! Si él lo puso, él lo podía quitar, y así lo hizo.

Además, Hidalgo era un inexperto general, no era un buen estratega, ¡no sabía de guerra! Pero le dieron poder y se nos puso loco… Tan es así, que duró menos de un año en la lucha armada. Al alba del 29 de julio de 1811, en Chihuahua, fusilaron a Miguel Hidalgo y Costilla, expusieron su cuerpo en una plaza y más tarde lo decapitó un indio tarahumara.

Pero el destino implacable pone a cada quien en su lugar y a pesar de todo, hoy, Miguel Hidalgo e Ignacio Allende, siguen juntos, tanto en el mausoleo del ángel de la independencia (aunque hace poco los sacaron), como en la línea 2 del metro, claro, separados únicamente por bellas artes, no sea que se nos vuelvan a pelear.

Obituario: ¿Por qué Demián Bichir para interpretar a Hidalgo? ¿Por qué?

martes, 7 de septiembre de 2010

Fuerzas armadas, muy armadas

Si no me quieres leer, escúchame...


Otra vez soldados dispararon contra una familia que regresaba de una fiesta en un auto, en el municipio metropolitano de Escobedo, Nuevo León. Mataron a un hombre y a su hijo de 15 años. También hirieron a seis, entre ellos dos menores más.

Los testigos mencionan que no se dieron cuenta cuando miembros del ejército les marcaron el alto, hasta que un vehículo militar los persiguió disparándoles con armas largas. ¡El ejército con todo su arsenal tiroteándo a una famila! ¿En qué país vivimos?

En los últimos tres años, militares que participan en el combate a la delincuencia organizada han asesinado al menos a una decena de inocentes en la región, entre ellos varios menores, al disparar contra vehículos que no obedecen cuando les marcan en alto en retenes u operativos en carreteras o avenidas. Como sucedió con el ataque a la familia Almanza Salazar el 3 de abril en Ciudad Mier, Tamaulipas, que dejó a dos niños muertos, Martín y Brayan.

Las fuerzas armadas no son policías, ni están para servir de antidisturbios, porque no saben ni pueden, ni tampoco para servir de falsa seguridad. El ejército está integrado por los hijos del pueblo mexicano, por hombres y mujeres que provienen de la entraña más profunda de la nación, hijos de familias trabajadoras, obreros, campesinos y profesionistas. Debe ser un ejército popular, cercano al pueblo, un ejército que cuida y sirve, que protege y fortalece, que da certidumbre para el desarrollo de las actividades de nuestra nación. Ay, ¡Qué lindo se oye!
Pero no es así, al contrario, el ejército viola los derechos humanos. Los ciudadanos de a pie nos sentimos más amenazados por las fuerzas armadas que por los cárteles del narcotráfico. Total, cualquiera nos puede balacear.

Obituario: Para detener a “la barbie” no se disparó ni un solo tiro, pero hubo que rafaguear un Malibú para contener a una familia que regresaba de su paseo dominical.