El hecho de que las drogas sean un producto prohibido da lugar a la compra de conciencias y a la corrupción. Desde la policía, la aduana, los servicios de inteligencia y, por supuesto, hasta de muchos políticos, funcionarios y jueces, a cambio de dinero y/o favores. He ahí una de las dificultades para que haya consenso para la legalización de los enervantes: a unos se les acabaría el trabajo y a otros se les acabarían los beneficios de los sobornos, o sea, se les acabaría el negocio.
Más que proclamar la “guerra”, hay que buscar el por qué de las adicciones. Las drogas no se venden al ser humano, más bien el ser humano se vende a las drogas. ¡Qué gran “retruécano” me acabo de aventar! Mi maestra de “teorías de la comunicación” debe sentirse orgullosa…
Otro de los obstáculos a la legalización es el miedo de la gente a que la droga pueda conseguirse más fácilmente y aumente el número de consumidores. Lo que no tiene mucho sentido, existen muchos factores para que la persona llegue al deseo, a la necesidad y finalmente a la dependencia. Ocurre con el alcohol, con el tabaco, con el que se idiotiza frente a la tele o la computadora, el que no suelta el blackberry, el iphone, el que vive atado al twitter o al facebook, y demás “adicciones sin droga”… Lo que se debe estudiar, como diría Adela Micha, es el motivo, la razón, la causa, el móvil, el ¿por qué?
A pesar de la prohibición, la droga está al alcance del que la desee, con el agravante de que muchas veces se vende adulterada o deteriorada, causando mayor daño que si fuera pura, y a un precio mucho más alto, entonces obliga a algunos a delinquir para pagar lo que cuesta. En cambio -dicen los expertos- la regularización de la producción y el comercio no incrementarían el consumo, siempre y cuando la legalización se acompañe de campañas educativas inteligentes, ¡pero inteligentes de a de veras! Que no nos salgan con Paty Chapoy o Adal Ramones dándonos clases de moral. No, por favor.
Ahora, si todavía no aprendemos a manejar el alcohol, el licor es legal y seguimos con problemas de accidentes de tránsito, violencia intrafamiliar y crímenes de todo tipo en los que el vino tiene mucho qué ver. Tampoco se ha podido controlar del todo que los fumadores respeten a los no fumadores, aunque estén en la misma cafetería y se sienten en distinta mesa.
Obituario: Chapo nuestro, que estás en todos lados, santificado sea tu nombre…
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