En los juicios de Nurenberg se procesaron a los principales criminales nazis. En sus testimonios todos los inculpados coincidieron en algo, ellos no sabían nada de nada… “¿Qué había campos de concentración? No, yo no tenía conocimiento de eso, el Führer era el responsable de todo…” “¿Solución final? ¿Qué es eso? No señor, yo me dedicaba a lo mío, Hitler nunca nos compartió planes ni ideas”… “¿Cómo? Por supuesto que no estaba enterado de tales horrores, aunque siempre pensé que el tercer reich era liderado por un monstruo”…
Nadie sabía nada, todos estaban metidos hasta el cuello en el numerito, pero nadie sabía nada. Además había qué echarle la culpa al muertito, total, ya no se podía defender. De Hitler no voy a hablar, la historia ya lo juzgó y lo seguirá juzgando…
Y es que tenían razón, ¿qué otra cosa se puede decir? Todo mundo, en el legitimo deseo de salvarse, va a intentar siempre defender lo indefendible ¿no? Si llega la esposa a la alcoba y encuentra a su marido con otra, el adúltero seguro dirá –¡Mi vida, no es lo que te imaginas!-
Es el caso ahora del señor Hank, a quién el ejército le allanó (bueno, fue un “cateo”) su casita y le encontró un montón de armas de alto calibre… Él, como debiera ser, se limitó a decir que “esas son armas que nunca había visto y que no reconozco…”
Hank Rhon hace bien, está instalado en lo que dice el manual no escrito para estos casos. Ya lo dijo Pedrito, “manda a todos a volar y diles que yo no fui”.
Obituario: JC Chávez Jr. Campeón del mundo, ajá, y yo me chupo el dedo…
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