lunes, 27 de febrero de 2012

Luis Miguel, o pan con lo mismo...


El sábado pasado se inauguró la Arena Ciudad de México, un nuevo recinto para espectáculos masivos en esta capital. El encargado de dar el primer show fue nada menos que Luis Miguel…

Y el sol, ya sabemos, no hace demasiado esfuerzo, sabe que es un ídolo, está consciente de cuánto lo quieren y cumple, así, a secas. Canta lo que debe cantar y baila un poquito, sonríe para más de 20,000 personas y entonces se viene la locura. En la ropa no se le ve una sola arruga, en la cara ya se le aprecian varias…

El lugar está repleto, a reventar, Luis Miguel está festejando 30 años de carrera. Su éxito es impactante…

Y es impactante porque sigue siendo lo mismo, no cambia, no hay producción, parece un concierto de cualquier gira pasada.

Sin embargo, como la gente lo adora, el sol se da lujos que se le permiten a muy pocos: sale a cantar muy retrasado, no cambia el repertorio, se sigue peleando con el audifono, está muy pendiente del ingeniero de sonido y casi ni voltea a ver a la gente que se está volviendo loca por verlo de cerca, oírlo cantar y verlo medio bailar… Algunas rolas de sus primeros año, boleros y rancheras, nada del otro mundo (eso sí, su voz es extraordinaria, es un gran cantante). No se ve entusiasmado, más bien está como aburrido, aunque a veces como que se contagia de los gritos y la euforia de las butacas… Once músicos, una corista y trece mariachis son suficientes para complacer a un público muy poco exigente.

"Gracias por estar conmigo, es un placer y gracias por acompañarme en estos 30 años de carrera, donde me han brindado su cariño". Ajá, no dijo nada más.

Pero a los fans no les importa, le aplauden todo, bailan, cantan, gritan… Luis Miguel es una estrella, tiene muchísimo talento y carisma, pero se encuentra en una zona de confort que la da para tirar la hueva de manera muy descarada. Pero ¿a quién le importa? Mientras le paguen un millón de dólares por presentación lo demás sale sobrando ¿o no?

Obituario: Hay qué decirlo, el concierto duró dos horas y media, cosa que no pasaba desde 1994… ¡Gracias Micky!

lunes, 20 de febrero de 2012

Yo también estoy harto

Soy un ciudadano y estoy harto de Héctor Bonilla...

Y estoy harto porque el famoso spot lo repiten miles de veces en todos lados…
Y estoy harto porque dice ser un ciudadano sin partido y luego se convierte en militante de Morena…
Y estoy harto porque nos pide que le demos una oportunidad al que “quiere gobernar con nosotros”… Supongo que se refiere a ese que hace cinco años la tenía, era suya y la dejó ir…
Y estoy harto porque quien redactó el texto no tiene idea de lo que escribió. ¿Para qué aclarar que no pertenece a ningún partido? Que alguen me explique…
Y estoy harto porque critica la misma cara del PRI y la inoperancia del PAN, pero se olvida de la corrupcion, la prepotencia y la ignorancia de las tribus que apoyan a AMLO (y de la soberbia del mismo candidato)…
Y estoy harto porque me extraña que este señor le dé su apoyo a alguien que siempre se ha distinguido por ser un demagogo extraordinario. ¿O ustedes le creen lo de su “república amorosa”?
Y estoy harto porque esos spots (y sus reiteradas transmisiones) cuestan millones de pesos, mismos que podrían ocupar en muchísimas otras cosas…
Y estoy harto porque se supone que hay veda. Los candidatos no pueden llamar al voto, pero sus huestes sí, ¿cuál es la diferencia?
Y estoy harto porque don Héctor es un gran actor, por lo tanto mucha gente se cree lo que está diciendo…
Y estoy harto porque primero fue el Tata, luego María Rojo, ahora Bonilla ¿quién sigue? Dicen que Bichir…
Y estoy harto porque estoy harto, ya me cansé… Este país merece mejor propaganda, más creatividad, más inventiva, que desarrollen la imaginación… De verdad dan pena, mucha pena…
Obituario: Yo sí, de veras, no pertenezco a ningún partido.


miércoles, 15 de febrero de 2012

La iglesia, esa metiche...

La Iglesia Católica es, sin duda, culpable de muchos de los males que aquejan a este país. Desde tiempos remotos la iglesia ha sabido controlar sus intereses y sumar siempre más para su provecho. Y el pueblo siempre fiel (alguien dijo eso en algún lado ¿no?) ha estado subordinado a sus caprichos. El Papa Inocencio III se inventó el secreto de confesión y sometió así  a todo mundo, desde el boticario de la esquina hasta el gobernante más poderoso… Se sacaron de la manga el voto de castidad, ideado para no heredar sus grandes y costosas propiedades… Cobraron  indulgencias para asegurar el cielo como quien compra un derecho de apartado para ver los toros. Durante mucho tiempo dictaron qué hacer, cómo hacerlo y para qué… Les gusta el poder, sin duda les gusta, y mucho.
La Iglesia Católica nunca ha sido precisamente una institución ajena a intereses, corrupción, influencia política, o al uso de la fé para defender su patrimonio antes que buscar el bien de la sociedad, Para no irnos muy lejos, imagínense qué hubiera pasado si en la intervención norteamericana los padrecitos no le hubieran dicho al pueblo que “el que mate a un gringo se va a condenar”. Con la gente cruzada de brazos por el temor a Dios (o a la iglesia) ya sabemos que pasó…
Y de la pederastia de plano no hablamos ¿o sí? No creo que sea necesario…
Pero un buen dia Benito Juárez instituyó en México una república laica. ¡LAICA! “Los gobiernos civiles no deben tener religión, porque siendo su deber proteger la libertad que los gobernados tienen de practicar la religión que gusten adoptar, no llenarían fielmente ese deber si fueran sectarios de alguna”, dijo Don Benito… O lo que es lo mismo, les pidió a los padrecitos que agarraran sus canicas y se fueran a jugar a su atrio…

Y yo supongo que a la iglesia católica no le ha quedado clara tal cosa, siguen metiendose en cuestiones que no les incumben. Ayer lanzó una guía para orientar el voto, firmada por el Cardenal Norberto Rivera y sus obispos auxiliares. El documento, entre otras cosas, dice: "Los fieles cristianos católicos deben tener claridad que no es posible hacer una opción política por quienes son partidarios o promotores de falsos derechos y libertades que atentan contra las enseñanzas contenidas en la Sagrada Escritura, la tradición y la doctrina de la Iglesia". ¿Qué habrán querido decir? ¿Contra quién irá el torpedo? Se avecina una tormenta…
Obituario: “En tiempos de las bárbaras legiones, de lo alto de las cruces colgaban a los ladrones… Hoy, en pleno siglo del progreso y de las luces, del pecho de los ladrones cuelgan las cruces”. Anónimo, siglo XIX.

jueves, 2 de febrero de 2012

El fútbol fue el pretexto


Un “clásico” en Egipto, provocadores, matones, infiltrados, 75 muertos y centanas de heridos…

Fue una batalla campal entre los aficionados del Al Masry y los del equipo rival, el Al Ahly, y se desató apenas el árbitro pitó el final del partido. El resultado no importa, los ultras locales invadieron el terreno de juego para golpear a los jugadores visitantes. Cuchillos, palos, piedras, armas de fuego, la cosa era lastimar, como fuera, con lo que fuera…

Ya existen pruebas de que había “baltaguiyas” (matones) infiltrados entre los hinchas del equipo de la ciudad de Port Said, las amenazas ya se habían manifestado semanas antes… Era imposible que los seguidores hayan hecho tal cosa, ganaron 3-1. Así que todo fue obra de los partidarios del antiguo régimen de Hosni Mubarak…

La cosa es crear discordia, ponerle trabas al proceso de transición democrática que está sufriendo Egipto. ¿Y qué mejor pretexto que un partido de fútbol? Nada más efectivo para crear encono, rencor, antipatía, odio y animadversión que el deporte de las patadas. Cuando la pasión se enciende las conciencias se apagan y la vista se nubla. Todo eso, mal encausado, con alborotadores listos para actuar, asesinos sedientos de sangre y un régimen derrocado ávido de venganza da como consecuencia lo que ya vimos y que resulta tan triste y tan incomprensible.

Y el dardo dio en el blanco, las protestas ya volvieron a la calle y el caos impera en El Cairo otra vez...

No culpen al balón, como dijo Maradona “la pelota no se mancha”, el fútbol sólo fue el pretexto…

Obituario: ¡Qué bonito el periférico, qué bonito! Gracias Marcelo…