Desde hace algunos meses este sexenio
se acabó. Muchos llaman a Felipe Calderón “el todavía presidente”. Sí, aún es
presidente, aún manda en Los Pinos, y sí, aún le hacen caso. Pero no será por
mucho tiempo, ahí viene la transición y es momento de comenzar a decir adiós…
Este periodo presidencial ya no tiene
nada más qué dar (quizá solamente pena) es por eso que el presidente Calderón
se está despidiendo todos los días, con una tierna nostalgia, con una tristeza,
una añoranza y una melancolía que rayan
en lo cursi. ¿Ya vieron los spots del sexto informe? Lo vemos pasearse por la casa presidencial, la
mira como quien pocas ganas tiene de irse, la recorre, la toca, la merodea, la
huele y la extraña aunque todavía no se va…
Es el síndrome Gardeliano de la
cuesta abajo, de la “vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser…” Y seguro
es una cuestión difícil, tener qué olvidarse de todo lo que el poder
presidencial representa. Entender que si pregunta la hora ya no le van a
contestar “la hora que usted diga, Señor Presidente”. Concebir que el tiempo
aquel ya no volverá nunca más y vivir añorando el pasado… Complicada tarea.
Ya lo retrató Luis Spota en su novela “El Primer Día”: la soledad, la
ingratitud, la ignorancia y la venganza de un hombre que después de ser
presidente se convierte en el ser mas vulnerable e indefenso, objeto del
canibalismo político que un día lo encumbró y que ahora lo hace víctima de las
maniobras del sistema gubernamental que intenta borrar todo rastro de su
periodo... Ni modo, esta vida es como el súper, nadie se va sin pagar…
Obituario: El Tribunal va a calificar la elección, Peña Nieto será
presidente y AMLO se va a quedar solo… Y ahora ¿quién podrá ayudarlo?
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