Ser técnico de la selección
nacional mexicana es un orgullo. Llevar en sus manos la representación de todo
un país y levantar la cabeza y el pecho para defender los colores patrios.
Encarnar la lucha diaria de millones y millones de mexicanos que sueñan con los
triunfos de su equipo, librar a la nación de todo mal y trabajar para llenar de
alegrías todos esos ojos mexicanos lindos que últimamente solo están llenos de
lágrimas… Es ponerse a la altura de la Virgen de Guadalupe o de Pedro Infante.
Es preservar un tesoro nacional, ¡es cuidar a la madre de todos los mexicanos!
Ok, ya en serio. Ser técnico de
la selección nacional, más allá de todas las estupideces que todo mundo pueda
decir, es una oportunidad única que representa hincharse de billetes, aparecer en
todos lados y tener una temporada de fama incomparable… Y todo eso dura hasta
que se acaba la ilusión de los pamboleros y la paciencia de los dueños de la
pelota. Entonces se acaban las marquesinas, la lana, el glamour, la publicidad
y se vuelve a la triste realidad: Ser un caballito más en el carrusel de Dt’s
de nuestra hermosa liga mexicana…
Yo, por eso, no juzgo a mi
“Piojo”, Miguel –porque somos “bros”− solo está aprovechando la oportunidad que
tan amablemente le ofreció la vida. No sé, supongo que se la ganó. Y las
oportunidades se aprovechan, ¿sí o no?
Ahora, que le iba a ir mal en
la copa América ¡pues claro! Ningún equipo en el mundo juega dos torneos
veraniegos avalados por FIFA, sólo México –Jamaica no cuenta como equipo de
fútbol-, y sabemos perfectamente que los juegan nada más para sacar más varo,
¿a quién le importa el prestigio deportivo? Si nunca hemos ganado nada. Y nunca
lo vamos a hacer. Quitémonos la venda, somos adultos.
En ese entendido, el error de
Miguel Herrera es engancharse con todo lo que le dicen. En estos tiempos de
mediatez, inmediatez y redes sociales lo peor que se puede hacer es enojarse.
La turba, digas lo que digas y hagas lo que hagas, se te vendrá encima. Y si
no, échenle un ojo al twitter del presidente Peña, o al de AMLO, ¡los destrozan
al menor movimiento!
Por eso, querido Miguel, como
dijo mi Mizada Mohammed: “Si tu luz les molesta, que se pongan lentes y
¡mojarrita enjabonada!”
Obituario: Al pobre Chuayffet
ya hasta se le quiebra la voz en los discursos. Por favor, que alguien le
ayude.
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