Siempre
he visto la vida de este país como un gran circo. No somos más que espectadores
que viven al pendiente –o no- de todo aquello que sucede día con día. Así, el
acontecer nacional e internacional nos sorprende a cada momento. Cada segundo
se producen hechos que transforman nuestro entorno. Y nuestra tarea es capturar
cada suceso.
Entre
socavones, lluvias, partidos de fútbol, gobernadores corruptos, extradiciones, partidos
políticos, muertes repentinas, tragedias naturales, elecciones, candidaturas,
asesinatos, levantones, series de televisión, conciertos y espectáculos se nos
va la vida misma.
Y no es
que el maldito gobierno nos quiera engañar creando cortinas de humo para tapar
sus cochinadas y sus cochineros, no. El andar cotidiano se va imponiendo al
suceso anterior. El socavón ya quedo atrás, ahora habrá que ver en dónde van a
encerrar a Duarte -si es que lo encierran-, luego, el circo cambiará de pista y
el exgobernador será historia. Así ha sido siempre. Así seguirá siendo.
El
circo es así, todos los martes a un lugar distinto, el miércoles se monta la
carpa, el perifoneo, los boletos, las cortesías y la publicidad. Se estrena a
partir del jueves. Dos funciones viernes, sábado y domingo, el lunes se
descansa y el martes otra vez a desarmar y de volada a otro pueblo. A cambiar
de pista.
Sin
embargo, las teorías de la conspiración son muy eficaces porque parecieran ser perfectas.
No podemos demostrar que trajeron a Duarte para olvidarnos del socavón. El embrujo
de estos cuentos está profundamente relacionado con su certidumbre. Son ideas tontas,
muy tontas, pero imposibles de probar—y de desmentir —.
Obituario:
Más de 10 millones de personas vieron el estreno de “Game of thrones”… Para que
aprendas, Juan Osorio.
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