lunes, 11 de diciembre de 2017

Cuestión de química



El Frente por México, o Por México al Frente, o como se llame el monstruo de Ricardo Frankenstein es una cosa muy rara. Está compuesto por el PAN y por el PRD, ¡ah! Y por el Movimiento Ciudadano, pero eso es lo menos importante. La cuestión aquí se llama agua y aceite. O lo que es lo mismo, “el poder por el poder”.

Ahora bien, ¿por qué no se llevan bien el agua y el aceite? 

El agua disuelve más sustancias que cualquier otro líquido, por lo que se le suele llamar “solvente universal”, pero existe una familia de sustancias que el agua aborrece y rehúye invariablemente: los aceites –esos que un día se robaron la presidencia-. El PRD no puede acercarse lo suficiente a una gota de PAN como para mojarla. Cosa que ni a Barrales, ni a Anaya les importó.

La razón de ello se encuentra en lo más íntimo de su ser, en su propia naturaleza “dizque de izquierda”. Cada molécula de agua está compuesta por tres átomos: dos de hidrógeno y uno de oxígeno (H2O) –y uno que otro de alguna tribu extraña-. La atracción que experimentan entre sí, la fuerza de cohesión que las mantiene unidas –ajá- es muy especial: deriva de la polaridad que caracteriza a las moléculas y a sus “redes ciudadanas”, como si de un montón de minúsculos imanes se tratase, con sus polos negativos y sus polos positivos, sus chuchos, sus galileos y sus amalios y muchos más… 

Por su parte el aceite está formado por grandes moléculas integradas por muchos átomos de carbono e hidrógeno, de esos derechosos y mochilones, careciendo de átomos de oxígeno, y de neuronas. No son en absoluto sustancias polares, no poseen ningún atractivo para tentar a una molécula de agua –más si mucho tiempo les llamaron “espurios”-. Igual sería acercar un imán a un trozo de madera. No ocurriría nada. 

Conclusión: el agua y el aceite... ¡No se mezclan! ¡No sean necios! 

Pero bueno, ya sabemos que en este país no pasa nada, pero puede pasar todo… Total, ¿a quién le importa? Si lo que piensen los militantes se lo pasan por donde no les pega el sol azteca... 

Obituario: Adiós Chaco, ¡gracias por tanto!


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