Ya no hay toro. Le quitaron a Félix Salgado Macedonio la candidatura al gobierno de Guerrero. Aparte de hacer precampaña y no reportar los gastos, el santo señor tiene cinco denuncias de abuso sexual, se dice que, más que los casi veinte mil pesos que no reportó, el asunto fue más por las acusaciones de violación, por el atascadero que provocó todo un revuelo social, marchas, manifestaciones, vandalizaciones y el grito inevitable de que “un violador no puede ser gobernador”. Nada más justo que eso.
Pero Félix es terco, poco le importa el ¿qué dirán? Para él lo relevante es llegar a la silla en Guerrero, sigue diciendo que va a ser gobernador, no dice cómo, pero insiste en lo mismo, él quiere, él lo desea, él lo necesita, él lo anhela. El toro ya no tiene trapío, le queda bravura, eso sí, sigue lanzando cornadas al aire, pero, con todo y eso, ya le hicieron su faena, se comió varios capotazos, algunos muletazos y hasta un par de trincherazos, los órganos electorales le acomodaron tres pares de banderillas. La fiesta se acabó, el juez de plaza dio su veredicto, pero el toro se niega a buscar la querencia de las tablas.
El también actor está enojado, compungido y frustrado; por eso vive amenazando, con esa seguridad que te da ser compadre del presidente. En algún momento amagó con averiguar el domicilio de los consejeros del Instituto Nacional Electoral y encararlos uno a uno en caso de que no aprobaran su candidatura. ¡Háganme favor! Y ayer todavía calificó a los magistrados del tribunal electoral de “mañosos, léperos, pervertidos, cínicos, pornográficos, sinvergüenzas, inútiles y ‘cobrenes’, porque cobran mucho dinero sin hacer nada”. Lo que te choca te checa, ¿o cómo va?
Y bien que nos hubiéramos podido ahorrar todo este show, pero don Andrés no quiso. Tan fácil que hubiera sido, hace meses, después de las acusaciones en contra de Salgado, que el presidente le mandara llamar y al oído, con un tono dulce y muy bajito, le dijera “mi Félix, en esta te sientas, pero en la otra bailamos, el horno no está para bollos, ¿me aguantas tantito? Por mi bien, el tuyo, el de Guerrero y el de la nación entera”. Pero no, eso es impensable, imposible. Antes que todo eso, en México impera el “me canso, ganso”, que, literalmente, significa: “por mis huevos”.
Obituario: Al todavía diputado Saúl Huerta le espera el mismísimo infierno, no se merece otra cosa.