“Hemos sido tolerantes hasta
excesos criticados, pero todo tiene un límite…” ¿se acuerdan? Son palabras
inmortales de ese distinguido mexicano de nombre Gustavo y de apellido Díaz
Ordaz. Las pronunció en su informe de gobierno de 1968. Lo que vino después lo
sabemos todos.
“Yo aspiro y espero que no sea
el caso de lo que el gobierno deba hacer, que no lleguemos a este extremo de
tener que usar la fuerza pública”, dijo el presidente Peña Nieto al regresar de
su gira por Asia y enterarse de que la casa está patas pa´rriba.
Sin embargo también lanzó un
llamado al orden y al diálogo. No es una amenaza. El gobierno está facultado
para usar la fuerza para hacer respetar la ley. Los ciudadanos no podemos hacer
lo que se nos antoje. Tampoco podemos ponernos con Sansón a las patadas. No
debemos pasarnos de la raya. Hay qué portarse bien, porque papá gobierno nos
puede, por decir lo menos, poner en la madre.
Por eso, el señor Peña pide
amablemente que le bajen a sus protestas, si queremos protestar, de forma
violenta (que quede claro), por el mal gobierno, por la falta de capacidad de
la administración federal o por las constantes violaciones a nuestros derechos
más fundamentales, debemos acudir a las mesas de diálogo que están a nuestra
disposición en cada esquina del país (?). O la ventanilla correspondiente, o a
consultar a nuestro médico, o ir a contárselo a quien más confianza le
tengamos. Lo que sea, menos protestar, eso no es de un pueblo educado y
generoso.
“No hagan de este momento de
duelo y de dolor por el que pasan los padres de familia una bandera de otras
causas, una bandera que concite a la violencia y al desorden.
“No lo digo por aquellos que lo
han hecho en paz y expresando un verdadero sentimiento de dolor, pero no
podemos aceptar a aquellos que han recurrido al uso de la violencia, al ataque
a las instituciones, a lo que ha construido la sociedad mexicana”. Bueno, ajá,
está bien.
Yo sólo quisiera recordar cómo defendió,
en el 2011, el entonces candidato del PRI a la presidencia de la república los
lamentables hechos ocurridos en conocido pueblo mexiquense:
"Asumo plena
responsabilidad por lo sucedido en Atenco. Los responsables fueron consignados
ante el Poder Judicial, pero reitero, fue una acción determinada para restablecer
el orden y la paz en el legítimo derecho que tiene el Estado mexicano de usar
la fuerza pública".
Y ya que estamos en las
remembranzas, les dejo una más de don Gustavo, en su informe de 1969:
“Asumo íntegramente la
responsabilidad personal, ética, jurídica, política e histórica por las
decisiones del gobierno en relación con los sucesos del año pasado”.
Pero no se preocupen, cualquier
parecido es mera coincidencia. Ahí se las dejo botando. Ustedes juzguen. ¿Ante
qué estamos? Dios nos agarre confesados.
Obituario: Parece que mi tocayo
Navarrete entró al baño. Acaba de sentarse y ya lo quieren parar.
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