1200 grados es la temperatura
que usan las funerarias para calcinar a un difunto. Es un procedimiento que
tarda entre tres y cuatro horas. Al final, los restos óseos son golpeados para
hacerlos más pequeños y poder depositarlos en la urna. Claro, todo se realiza
en un cuarto especialmente diseñado para el caso.
Ahora, producto de la confesión
de tres supuestos “autores materiales”, el gobierno, la PGR y demás
dependencias encargadas de las investigaciones del caso Ayotzinapa, nos
informan que los 43 estudiantes fueron quemados con diesel, madera, llantas, leña, plástico y otros materiales… Después
metieron los restos en bolsas y las aventaron al río San Juan. Ya, todos están
muertos, por favor, récenle a sus muertos y dejen de dar lata. La autoridad ya
cumplió. A otra cosa. Eso sí, "La investigación queda
abierta hasta agotar todas las posibilidades que permitan identificar los
restos humanos encontrados”.
Así es, 43
personas quemadas en medio de un pueblo y nadie vio nada, nadie supo nada,
nadie olió nada y nadie percibió nada. ¡Qué chistoso! Reducidos a cenizas
listas para depositar en bolsas desechables en solamente catorce horas.
Calcinadas en una hoguera construida con base en el manual de “hágalo usted
mismo”. Así, rapidito, los formaron, les
echaron los materiales antes mencionados, les prendieron fuego con ocote y lo
avivaron con un soplador. Una vez terminada la sesión recogieron las cenizas y
ya. Simple.
Preguntas
hay muchas y no vamos a terminar nunca, sin embargo la más importante es ¿de
veras la autoridad cree que les creemos? Nos chupamos el dedo por cochinos, no
por idiotas. Un trío de detenidos dan su versión y ya, caso resuelto. Se queda
así porque tres vulgares raterillos dicen que ellos fueron. La versión de la
hoguera casera debe oficializarse.
El país –y
sobre todo los padres de familia− necesita certezas, no pueden venirnos a
platicar cuentos chinos con forenses argentinos. Pareciera que el gobierno se
ríe de nosotros. México se hunde, se deprime, llora, sangra.
Ya me
cansé. Digo, llevo más de media hora escribiendo esta columna…
Obituario:
El fin de semana fui al hospital de Xoco a visitar al jefe de gobierno, pero me
dijeron que no estaba ahí, ¡qué raro!
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