Como ya es su costumbre, Andrés
Manuel López Obrador salió al escenario y dijo que el perdón ofrecido por el
presidente Peña la semana pasada no es otra cosa que un “ardid publicitario” Mi
Peje dijo que: “están apostando a la publicidad, piensan que con estas medidas
de pedir perdón la gente va a creerles”. Y agregó: “el pueblo está muy
despierto, muy consciente y no se cree actuaciones como las Peña Nieto pidiendo
el perdón de los mexicanos porque éstos saben que son sólo una treta, maniobras
que no convencen”. Acto seguido, se mordió la lengua. Desde luego, el pueblo sí que cree el él, en sus actuaciones, en los discursos que se chuta en cada uno de
sus spots, en sus teatros, en sus frijoles con gorgojo y en todas sus acciones.
También habló de la corrupción,
dice que es el cáncer de México y de este mal forman parte los grandes
contratistas a quienes sirve el gobierno de Peña Nieto, como en su momento lo
hicieron los de Ernesto Zedillo, Vicente Fox y Felipe Calderón. Habló del nuevo
aeropuerto, “pura simulación”. Ajá. Y en la CDMX nunca supimos exactamente
cuánto costó el famoso segundo piso, digo, por citar algún ejemplo.
Y siguió: “Peña no convence,
todo es pura simulación. No hay ningún cambio. Es un gobierno como el de Fox y
el de Calderón”. Así es, y del 2000 al 2006 los capitalinos vivimos en la
abundancia, en la paz absoluta y en la prosperidad. Era el paraíso, pues.
Al señor López lo traicionó el
inconsciente. Lo traiciona todo el tiempo. ¿Cuál es su autoridad moral? Siempre
lo mismo. Que la mafia del poder y que las arañas. Lleva 16 años en campaña
diciendo exactamente lo mismo, ¡ya da mucha flojera! De verdad, ya que le
cambie, alguien dígale que ya estamos cansados. Ya, Por Dios.
Obituario: Pokemón go… ¿les
cae?
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