Por fin
terminó el plazo que marcó la preciosa ocurrencia del gobierno de la Ciudad de
México y la comisión ambiental de la megalópolis, el mentado, llevado y traído
programa “hoy no circula”, los millones de autos que se quedaron en casa, los
millones de personas que atiborraron el (totalmente insuficiente) transporte
colectivo, las multas a todo lo que dieron, el agosto de los oficiales de
tránsito, los índices que subían y bajaban al gusto de quién sabe quién y el
chiste es seguir dándole lata a los jodidos y privilegiar a los poderosos. Ajá,
esos que llegan a sus compromisos en helicóptero.
¿Ahora
qué sigue? Pues a seguir ganando millonadas con estos sistemas de verificación
bajo supuestos índices manipulados de contaminación alta. Obviamente nosotros,
los ciudadanos, nunca sabremos si tales índices de ozono son altos o bajos índices.
Jamás lo podremos comprobar. Qué pena.
Y la
gente, esa que no se podía subir al metro, simplemente porque no cabía, esa que
tenía que esperar que pasaran tres o cuatro trenes para subirse a uno que
tuviera un pequeño recoveco donde
abordar. Esa gente se pregunta ¿cuándo hará su parte el gobierno? ¿Cuándo
agilizará las vialidades? ¿Cuándo van a secuenciar los semáforos para dar
fluidez? ¿Cuándo van a modificar su estúpido reglamento que aumenta los índices
de contaminación por la baja velocidad? ¿Y cuándo van a permitir la vuelta
continúa a la derecha para no saturar los cruces? ¿Y por qué los autos antiguos
y clásicos sí circulan diario aunque contaminen? ¿Y la calidad de los
combustibles qué? ¿Dónde queda la responsabilidad de los fabricantes y
distribuidores automotrices? ¿Por qué nadie los toca? ¿Por qué no mejor usan
sus cámaras de para vigilar a los delincuentes?
Nosotros
como automovilistas, mi querido Miguel Ángel Mancera, cumplimos, ¿ustedes
cuándo?
Obituario:
Que sigue creciendo la desaprobación del presidente Peña… ¿A alguien le
sorprende?
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