Desde siempre hemos oído a Hugo
Sánchez decir que los mexicanos somos como cangrejos en una cubeta, y que si
uno se adelanta para salir los demás lo bajan, así, ninguno sale nunca del
recipiente… Una fábula tan triste como real.
El peor enemigo de un
mexicano es otro mexicano. El mexicano es envidioso, ventajoso, tramposo (le
llamamos “picardía”), desconfiado. Pero no me haga caso, voltee usted al
tráfico, a la fila del banco, a los estadios, a los conciertos, a las escuelas,
a las oficinas, está en todos lados. Nosotros nos unimos en la desgracia, pero
en la desgracia desgracia desgracia. Nos unimos cuando de plano el otro está
debajo de los escombros, o del agua, o del lodo. Y nos unimos para quedar bien,
para que los demás vean que somos a toda madre. Igualito que en Facebook, donde
todos nuestros “amigos” nos quieren ver bien y felices, no más felices, ni tan
bien como ellos, pero bien y felices.
Así, mi Alexa Moreno está
gorda, ¿cómo se atrevió a ir a Río? ¡Pinche marrana! Hugo Sánchez siempre tuvo
suerte. Ana Guevara seguro es hombre y además está re fea. Fernando Valenzuela también
estaba muy gordo y nada más aventaba la pelotita, ¡qué chiste! ¿Soraya? Bueno,
era una india marimacha, pero no podemos hablar de ella, porque ya pasó a mejor
vida. El Chicharito es un cazagoles, de cagada llegó al Madrid. Paola es una
mamona, ojalá pierda, igual que la selección del “Potro” Gutiérrez.
Octavio Paz decía que el
mexicano percibe la vida como “una posibilidad de chingar o de ser chingado”.
Por supuesto que es mejor chingar ¿no? Ser oposición es más rico. Protestar por
todo y quejarse de todo. Claro, de todo lo que no sea importante. ¿Por qué no
nos quejamos de aquello que de verdad nos afecta? No, es más fácil estar tirado
frente a la tele, con una cerveza en la mano, quejándose de la ineficacia de
los atletas mexicanos. Es más fácil tuitear y postear estupideces en contra del
gran esfuerzo que realizan los deportistas nacionales. Es más fácil ver el
jardín del vecino, observar que es más verde (sin pensar que se levanta todos
los días a las seis de la mañana para regarlo y tenerlo así) y entonces mentarle la madre, pinche presumido
mamón.
Obituario: Alfredo tiene a
Enrique, y por eso hace lo que hace. ¡Esos son amigos!
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