La semana pasada, un hombre
entró a la Catedral metropolitana, escuchó misa, se puso de pie cuando tuvo qué
hacerlo, tomó asiento cuando se lo pidieron, se hincó cuando fue necesario, se
persignó humildemente y, al terminar la ceremonia, subió al altar, tomó por el
cuello al sacerdote y lo intentó degollar. Inmediatamente fue detenido, no
obstante, solicitó hablar con el presidente Enrique Peña, con la reina de
España, con el embajador de Francia e inclusive con el Papa Francisco.
Lamentablemente, ninguno de ellos ha respondido al llamado.
Se dice que el tipo está loco,
que sufre crisis de personalidad, que padece un trastorno sicótico que es un
enfermo del video juego Assassin’s creed y no sé cuántas cosas más, sin embargo,
Juan René Silva (a quien a partir de ahora llamaremos “el agresor”) no ha dicho
nada, ha guardado un silencio absoluto y nadie sabe nada del móvil que tuvo
para atacar al padrecito.
¿Le cobró muy caro el bautizo?
¿No había misas unitarias para quinceañera? ¿Le quitó el diezmo? ¿Se le
acabaron las fechas para casarse en Julio? ¿No lo dejó prender la veladora que
le llevaba a San Charbel? ¿Dio la misa borracho? ¿Encontró pornografía infantil
en su poder? ¿Le hizo propuestas indecorosas? ¿Se lo llevó a lo oscurito? ¿Lo
violó? En fin, nadie sabe, nadie supo, nadie sabrá. Un juez determinó que el
agresor carece de la capacidad para entender su propio comportamiento.
Conclusión: El tipo es un loco, un
gitano, un soñador y ya. Le fue impuesta como medida cautelar el sometimiento,
cuidado y vigilancia en el Centro Varonil de Readaptación Psicosocial. Caso cerrado.
Por lo pronto, el vocero de la
Arquidiócesis de México, Hugo Valdermar manifestó que están en desacuerdo con
el dictamen sobre la salud mental del agresor, pues el juez lo declaró
inimputable por tener trastornos mentales. "Nos parece que la
personalidad de este agresor es muy compleja y no es posible que con un solo
dictamen se le declare inimputable. Ha actuado con mucho cálculo, muy
racionalmente en el sentido de saber qué hacer. Pues no nos parece que sea una
persona totalmente desquiciada, que no supo lo que hizo".
Mientras tanto, el cardenal
Norberto Rivera, arzobispo Primado de México, aseguró que “la iglesia siempre
perdona porque tiene que seguir en paralelo a Cristo. Y si Cristo perdonó,
nosotros tenemos que perdonar, pero también la iglesia, con sencillez, con humildad,
debe pedir la justicia”. ¡Así se habla! Yo me sumo, yo también
perdono a los curas violadores, pero exijo para ellos la justicia medieval.
¡Ah! La Arquidiócesis Primada de México también criticó que el 99% de los crímenes cometidos contra periodistas y sacerdotes permanecen impunes.
¿O sea cómo? ¡Por Dios Santo y Sacramentado! No nos metan en la misma canasta.
Obituario: Este opinador se va
de vacaciones. Nos leemos en quince días.
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