Mi Maggie es guapa, simpática,
talentosa, tiene clase, tiene estilo, ya fue primera dama y la verdad lo hizo
muy bien. Mi Maggie siempre ha querido ser presidenta, siempre se le antojó.
Vivir en los Pinos es una cosa bonita, además ya se la sabe, dirigir este país no
es tan complicado. Si su marido pudo hacerlo cualquiera puede.
Por eso, desde el 2015 estuvo intentando
que la voltearan a ver, que le abrieran la puerta, que su partido se diera
cuenta que ella era la mejor opción para el 2018. ¡Es Margarita Zavala Gómez
del Campo de Calderón Hinojosa! Ya fue diputada, ya fue primera dama y ya fue…
Bueno, no importa, ¡pero es la esposa de Calderón! Ella tiene las bases, ella
conoce el partido, ella sabe cómo se hacen las cosas. Ella, no ese niño fifí
que anda jugando con el PAN. Ese que ni picha, ni cacha, ni deja batear. Porque
él es Bugs Bunny jugando todas las posiciones. Él es el encargado de acabar con
el panismo. Anaya es un canalla que se ha visto muy gandalla haciendo tanta
faramalla.
Mi Maggie no lo podía permitir,
así que se quitó su chalina, se puso su traje, su capa y salió a luchar por
México, porque al final es lo único que le importa… ¡México! No está interesada
en el poder, no. Aunque lo haya visto muy de cerca, aunque ya lo haya sentido y
aunque ya lo haya ejercido. No es por eso, no. Su lucha es por alejar a nuestro
país de las garras de los malditos aprovechados que todos los días juegan a
gobernar. Mi Maggie no tiene intenciones negras. Ella es transparete, linda,
sonriente, amable, cariñosa, amable, amigable. Mi Maggie es lo que este país
necesita. Ella tiene las armas y, desde su trinchera independiente, saldrá a
dar la batalla y a batirse por llegar, otra vez, a la que fue su casa. A esa
casita en Chapultepec, de la cual jamás debió salir.
Obituario: Y en la CDMX el sismo
también se llevó las aspiraciones de Mancerita, ni modo.
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