Ahora bien, ¿por qué no se llevan bien el agua y el aceite?
El agua disuelve más sustancias que cualquier otro líquido, por lo que se le suele llamar “solvente universal”, pero existe una familia de sustancias que el agua aborrece y rehúye invariablemente: los aceites –esos que se robaron la presidencia-. El PRD no puede acercarse lo suficiente a una gota de PAN como para mojarla.
La razón de ello se encuentra en lo más íntimo de su ser, en su propia naturaleza “dizque de izquierda”. Cada molécula de agua está compuesta por tres átomos: dos de hidrógeno y uno de oxígeno (H2O) –y uno que otro de alguna tribu extraña-. La atracción que experimentan entre sí, la fuerza de cohesión que las mantiene unidas –ajá- es muy especial: deriva de la polaridad que caracteriza a las moléculas y a sus “redes ciudadanas”, como si de un montón de minúsculos imanes se tratase, con sus polos negativos y sus polos positivos, sus chuchos, sus bejaranos y sus pejes…
Por su parte el aceite está formado por grandes moléculas integradas por muchos átomos de carbono e hidrógeno, de esos derechosos y mochilones, careciendo de átomos de oxígeno, y de neuronas. No son en absoluto sustancias polares, no poseen ningún atractivo para tentar a una molécula de agua –más si les llaman “espurios”-. Igual sería acercar un imán a un trozo de madera. No ocurriría nada.
Conclusión: el agua y el aceite... ¡No se mezclan! ¡No sean necios!
Pero bueno, ya sabemos que en este país no pasa nada, pero puede pasar todo… ¿A quién le deben reclamar los doscientos mil participantes de una consulta que, además, costó cuatro millones de pesos? ¿De quién son burla? ¿No que su opinión cuenta? No, la ciudadanía no importa, se la pasan por donde no les pega el sol azteca...
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