Mi oficina está en Polanco. Y
Polanco es una trampa maravillosa donde es muy difícil entrar, pero es aún más
complicado salir. A eso súmele usted los lindos, preciosos, maravillosos y
funcionales parquímetros. Ajá, esos lindos aparatos que permiten que uno estacione
su coche en la calle ¡en la calle! ¿No se supone que la calle es libre? No, por
supuesto que no. La calle es del gobierno de la ciudad, de los concesionarios
que manejan este negociazo, de quien nos renta un pedazo de asfalto para dejar el
auto mientras ocupamos nuestro tiempo en trabajar para poder pagar esos
juguetitos –círculo más que vicioso−.
“ecoParq es el programa de
recuperación de calles y banquetas a través del ordenamiento del
estacionamiento en la vía pública. Es un programa de movilidad de la Ciudad de
México, como Metrobús o Ecobici.” Reza su página de internet. Ok, sí, ajá.
Valientes programas de creación de caos, inmovilidad y totalmente en contra de
la economía familiar. ¡Yo trabajo en Polanco, no vivo ahí!
Ocho pesos la hora, no más de
tres horas, por lo que, si trabaja usted ahí, hay que salir a cada rato. También
hay que conseguir cambio, las moneditas están escasas. Y lleven repuestos,
porque la maquinita devuelve muchas, quesque por estar defectuosas.
Sin seguro de ninguna índole,
sin vigilancia, sin la certeza de que su automóvil va a estar bien, sin ninguna
otra atención y con toda la disciplina fascista aplicada a la hora precisa en
que debe aplicarse. Tolerancia cero. Ni un minuto de paciencia. La “araña” –así
le llaman al aparato que inmoviliza los coches− se coloca en el momento, “ipso
facto”. Claro −hay que decirlo−, también la retiran muy rápido, previo pago en
cualquier esquina. Eso sí, los encargados llevan una jeta que les rebota en la
banqueta. ¡Gracias carnal! Gracias por darme chance de estacionarme.
Ni ganas me dan de hacer
cuentas, pero sí se meten una muy buena lana. Tan sólo yo pago casi 60 pesos
diarios. Hagan sus cálculos. El 30% de los recursos generados, dice ecoParq,
van directamente al mejoramiento del espacio público de la colonia en donde se
encuentren los parquímetros. Y yo pregunto ¿ustedes han visto algún
“mejoramiento del espacio público” en las colonias donde pagan parquímetro? Yo
no, en lo absoluto. ¿Y el otro 70%? ¡Wow! Yo quiero un negocio así.
Y agárrense, porque van para
Coyoacán. Y quién sabe, quizá un día estén, como los tianguis, en la puerta de
su casa.
¡Ah! Un tip. Dejen el cofre de
su auto abierto, así no pagan y además nunca los multarán. O al menos es lo que
un chevy café hace todos los días en Blas Pascal.
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