Cuando era niño –no hace mucho−
nunca me gustó ir al circo. Me daba mucha pena ver el semblante alicaído y
melancólico de todos los animales que vivían ahí. “Seguro que están tristes
porque no los sacan”, pensaba. Los elefantes mugrosos, los tigres flacos, los
caballos sin herraduras, los leones descuidados, en fin. Hasta los changuitos,
que tienen un corazón alegre, siempre se mostraban afligidos. “El circo es una
cosa lamentable”, volvía a reflexionar.
Ah, pero en este mundo hay
justicia, y justicieros. En la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, nuestros
diputados aprobaron una reforma legal que prohíbe en esta capital los circos
con animales. ¡Eso! ¡Ya no más injusticias y malos tratos contra estos seres
vivos que tienen todo el derecho de ser manejados con amor, respeto y muchísimo
cariño! ¡Bravo por esos héroes con corbata que legislan en favor del bienestar
de toda nuestra comunidad! Son héroes que libran batallas contra los abusos que
se cometen todos los días. Ellos no están dispuestos a permitir atropellos. Los
prevén, los detienen y los deshechan… ¡Millones de gracias!
Ajá, sí, muy bonito. Fuera los
animales del circo. Los cirqueros están que echan chispas. Para decirlo muy
fácil, les partieron la madre.
Sin embargo, a nuestros titanes
legislativos han pasado por alto otros temas igual, o más escabrosos que un
camello encadenado de los tobillos. Vayamos por partes:
Las corridas de toros. ¡Son
bellísimas! El arte en su máximo esplendor. Una reunión de 45 mil personas para
ver cómo un tipo mata a un toro después de marearlo, torturarlo y martirizarlo
durante aproximadamente 20 minutos… Claro, multiplicado por seis. Una pelea
bastante dispareja en la que el animal lleva todas las de perder.
Los zoológicos: Si el elefante
de mi infancia andaba mugroso, cualquier animal en cualquier zoológico vende
piñas. Son retratos vivientes llenos de inmundicia, infecciones y plagas.
Claro, para el total deleite del visitante.
Los acuarios: ¿Podría usted
vivir en un ambiente que no es el suyo, adaptado para que medio se le parezca?
Por muchos foquitos y muchas burbujas que tenga ¡no es su casa!
El uso de bestias de tiro en
carretas turísticas: Los burros y los caballos viejos son para cargar ¿no? ¿O
sirven para algo más?
Para finalizar tenemos el
comercio de mascotas: Las tiendas en las grandes plazas carecen de toda
higiene, huelen muy mal, los animales viven en condiciones deplorables. Si
vienen de otro país, los transportan en jaulas muy pequeñas donde meten a todos
los animales que se puedan. Y si vienen de otra tienda, peor. Total, son para
venderse. Ah, eso sí, todas las mascotas traen un chip. No se le vaya a perder.
Nada de lo anterior fue
considerado por nuestros superhéroes legislativos. Pero ya quedaron bien,
seguro hasta ganaron unos cuantos electores, ganaron hasta popularidad. Son
unos próceres eruditos, compasivos y misericordiosos. Muy bien, su circo les
salió muy bien. Dios los bendiga y los cuide, de la misma forma que ellos
cuidan a todos los animalitos de la ciudad.
Obituario: Mamá Rosa, con todo
y su senilidad, se acordó de los nazis juzgados en Nurenberg… “¿De verdad hubo
tantos horrores? No señor, yo no sabía nada.
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