Siempre he pensado que, en
momentos críticos, cuando hay opiniones encontradas, las cosas se deben hablar. Y así, podemos mandarnos al
diablo o arreglar las cosas, pero se hablan…
Es el caso con todo este asunto
de la legalización –o no− de la mariguana. Ayer, el presidente Peña Nieto dejó
muy claro que él no está a favor, pero sí está porque se discuta. Por lo tanto,
dio luz verde al inicio de un debate nacional, dijo: "quiero dejar la
instrucción dada de un amplio debate, especializado, que convoque a sociólogos,
médicos, académicos, y a la sociedad para realmente definir cuál podría ser la
política y las acciones que como Estado deberíamos tener ante este tema. Ver
los alcances que tiene una eventual apertura del consumo de mariguana, que esto
de ninguna manera suponga una apertura de drogas mucho más dañinas".
Nadie es dueño de la verdad, ni
siquiera Andrés Manuel. En este caso no se pueden ignorar las distintas voces
que vociferan por la apertura de la mariguana, ni tampoco las que rezan porque eso
nunca se logre.
Yo aplaudo el debate, pero un debate en serio, formal, sensato, sin gritos ni sombrerazos. Una disputa
decente, democrática, donde el resultado final sea para el beneficio de todos.
Habrá quien diga que, en este
país, que el gobierno represor abra un debate seguro es una cortina de humo…
Denle una al presidente, de veras, no todo es negro o blanco, el mundo tiene
muchos colores… En fin.
Obituario: El PRD cambia –otra
vez− de piloto… El chiste se cuenta solo.
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