La verdad no tengo idea de
cuántas existan, deben ser muchas. Lo que sí sé es que no hay una sola que se
salve, son ridículas, tontas, cursis, risibles y, además, pretenciosas. Me
refiero a las canciones que le hicieron al papa Francisco, ahora que el ché se
digna venir a un país que vive “un pedacito de guerra”, cualquier cosa que eso
signifique.
De verdad, yo no sé qué plomero
haga esas canciones y cómo se atreven a cantarlas. Melodías sosas y letras
estúpidas, de pena ajena. Así de simple.
“Misionero es… Francisco es…
con esperanza nos alegra el corazón”, dice una. “Ya no hay temor si tú estás
aquí”, es la letra de otra. Marco Antonio Solís, gran compositor, autor de
joyas sonoras que triunfan en la radio, tales como “La del perro”, canta: “Ay,
qué felicidad, pues a Michoacán llega su Santidad”, seguro se quebró la cabeza
horas y horas para concretar tan maravillosa frase. Juan Gabriel, personaje
legendario que no necesita presentación también canta a Francisco: “Si usted
camina por esas calles de Ciudad Juárez mirará que es verdad, que todo aquello
que a usted le decían, que en Juárez bella es la vida”. El chiste se cuenta
solo. Y ya para no seguir atormentándolos, la joya de la corona se llama
“México se pinta de luz”, excelsa pieza que retrata la estupidez humana, Julión
Álvarez, Diego Verdaguer, Pandora, Lucerito, Belinda, Cristian Castro y hasta
Bruno Mars (perdón, Pedrito Fernández) se unen en esta cosa para mandar un
mensaje casi divino que dice “pinta de luz la oscuridad, muéstrame el cielo en
tu mirada, déjame amor para sembrar, deja tus pasos en mis pasos al andar…”
Dondequiera que estés ¡chinga a tu madre Raúl Velasco! Todo esto es tu culpa.
En fin, ¿por qué no son como
“Saxomán”? Valiente,
atrevido y temerario músico boliviano que le cantó a Francisco hace unos meses.
Ese sí tenía mi simpatía, era muy malo, pero muy auténtico. Dios lo guarde.
Obituario: ¡Qué avión tan
bonito, señor presidente! La verdad, el peje lo que tiene es envidia, lo quería
para él.
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