El domingo pasado, después de
emitir mi voto, me di a la tarea de realizar mi propia exit poll. No, no
pregunté por quién votó la ciudadanía, la verdad no me interesa. La pregunta
era muy clara, concisa y maciza “¿sabe usted de qué se trata esta elección?” Por supuesto que estuve un buen rato parado
afuera del edificio que albergaba el ejercicio electoral, no había nadie, no se
paraban ni las moscas. La casilla estaba más sola que un anillo para un hombre
sin manos (te amo Arjona).
Pero al final obtuve mis
resultados. Las respuestas son preciosas, pero variopintas, eso sí, dignas de
un valioso premio.
-¡Claro! -me contestó una
señora que entró a la casilla como si fuera a una fiesta de quince años
-elegimos diputados y senadores.
-La verdad no tengo idea, pero
voy con MORENA -me dijo un joven tipo hípster que llegó con su taco de carnitas
en la mano.
-Sí, el voto constituyente, los
que van a escribir la nueva constitución de DF.
-No, apenas ahorita vi que es
para los diputados constituyentes, pero la verdad la boleta está bien enredada
-comentó un señor que llevaba a sus tres hijos al espectáculo de ver cómo
ejercía su deber cívico.
Y así concluyó mi ejercicio,
los resultados hablan por sí solos. Estuve hora y media afuera de la casilla y
llegaron a votar cinco personas (incluído yo). Electrizante jornada electoral
en la Ciudad de México. A nadie le importó. 20% de la población se dio a la
tarea de que le pintaran su pulgar. ¿El resto? Sabrá Dios, uno no sabe nunca
nada. ¡Bien por la democracia más cara del mundo! Millones y millones de pesos
para elegir quién sabe qué de quién sabe qué forma para no sé qué cosa. ¡Bravo!
Linda manera de tirar el dinero a la basura. Mejor debería darles mi cuenta.
Obituario: Según los resultados
de la ya mencionada jornada, mi Margarita va que vuela para la presidencia en
el 2018… ¿será?
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