Líderes de distintas iglesias
organizaron conjuntamente la marcha que se realizó en todo el país, el
pasado sábado 10, y la que se realizará el siguiente sábado 24 en contra de la
iniciativa del presidente Enrique Peña Nieto que propone legalizar los
matrimonios gay. No piden, exigen que sólo reconozca al matrimonio conformado
entre un hombre y una mujer, y que además se respete el derecho que tienen los
padres de familia a educar a sus hijos conforme a sus valores. “La familia no
es un laboratorio a expensas de las ideologías de género”, dicen.
Y tienen razón, la familia y el
matrimonio son instituciones pulcras, inmaculadas, que deben manejarse de acuerdo al
mandato divino de Dios… ¿Y cómo lo manda Dios? Pues como lo dice la Biblia, con
la palabra del Padre, con sus reglas, sus preceptos y sus órdenes.
Así, la Biblia habla del matrimonio
de hombres con su hermana, con la esposa de su hermano muerto, con sus
sirvientas, con su víctima de violación, con varias mujeres, con sus
prisioneras vírgenes, con muchas concubinas. Échenle ojo al libro de Corintios,
al de Efesios, al Éxodo y al Deuteronomio… ¡Chulada de textos! ¡Te alabamos
Señor!
No, mejor nos rasgamos las
vestiduras y prohibimos todo aquello que nos parece mal, todo lo diferente,
todo lo que nuestra ceguera no nos deja ver, ni entender.
Mejor concibamos la Biblia como el texto histórico que es, que refleja los ideales morales de la época en la que fue escrita. No podemos usar el librito para atacar la evolución social. Sin embargo, nunca faltará el que defienda sus arcaicas creencias con lindísimos versículos. Allá ellos, cada quien tiene sus creencias y en gustos se rompen géneros. Y los géneros, si son iguales, pueden casarse entre ellos, ¿por qué no?
Mejor concibamos la Biblia como el texto histórico que es, que refleja los ideales morales de la época en la que fue escrita. No podemos usar el librito para atacar la evolución social. Sin embargo, nunca faltará el que defienda sus arcaicas creencias con lindísimos versículos. Allá ellos, cada quien tiene sus creencias y en gustos se rompen géneros. Y los géneros, si son iguales, pueden casarse entre ellos, ¿por qué no?
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