Ya no voy a decir cuántas veces
hemos escuchado al presidente Peña decir que ya no habrá gasolinazos, que la
luz y el gas van a bajar y que México se está moviendo, quién sabe para dónde,
pero se está moviendo. El caso es que, en enero del 2013, con nuestro
presidente recién estrenado, el litro de gasolina magna costaba diez pesitos
con noventa y dos centavitos. Hoy, cinco años después, el mismo litro cuesta 18
pesos con veinte centavos, casi, casi, casi, lo doble. ¡Eso es mover a México!
Nuestro
país tiene alrededor de 12 mil gasolineras, casi tres mil son de las nuevas marcas.
Pero estas estaciones de servicio son la última parte de la cadena productiva.
Se dedican a comprar y a re vender. Durante este año el precio de los
combustibles seguirá liberándose (más) de forma gradual y quién sabe hasta
dónde iremos a parar. El precio se eleva, en promedio, 10 centavos por día, lo
cual es una verdadera puñalada al bolsillo del consumidor. Un gasolinazo cada
día, para que nos eduquemos.
Los
especialistas en este tema dicen que las nuevas franquicias que no pertenecen a
Pemex no han hecho esfuerzos (ni los van a hacer) para reducir los precios de
las gasolinas porque no quieren castigar sus utilidades. En el mercado de las
gasolinas todavía falta mucho por desarrollarse, aún no existen los incentivos
para hacer reducciones. Esto no va ocurrir hasta que no exista una
infraestructura que permita importar combustibles de Estados Unidos a México y
que permite transportarlo vía ductos a las estaciones de almacenamiento. O sea
que éramos muchos y parió la abuela.
Por eso
yo mejor voy a utilizar el transporte público, ese, en esta ciudad, sí es eficaz,
limpio, rápido y tiene toda la infraestructura para que, si no me alcanza para
la gasolina, pueda llegar a mi destino de la mejor manera y con una sonrisa
bien pintada en mi cara. ¡Sí señor!
Obituario:
Con el #YoMero, Meade por fin pegó de hit y avanzó a primera.
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