El fin de semana, Álvaro Delgado,
en Proceso, publicó un reportaje sobre lo que parece corrupción del
candidato presidencial del PAN-PRD-MC: “Sospechosas triangulaciones en una
fundación creada por Ricardo Anaya”.
Después de darse a conocer los
muy lucrativos y no menos turbios negocios que el güero con cara de niño maneja,
la clase política se le vino encima. Andrés Manuel (ejemplo de pureza y
transparencia) fue quien le llamó “mafiosillo”, ajá, ni siquiera alcanza el mote
de “mafioso”, es un “mafiosillo”, así, con todo el desprecio del mundo. José
Antonio Meade, ese candidato apartidista, sin mencionarlo por su nombre, le
llamó “incongruente”. Priístas, panistas, perredistas, de aquí y de allá y de
todos lados le entraron al tira-tira. ¡Péguele a Ricardito, ahorita que hay
modo!
Pero eso sí, político maduro,
avisado y abusado, como es, Anayita decidió responder con toda la furia que le
caracteriza, por supuesto que las acusaciones son insultings y unacceptables. “La guerra sucia no
nos va a detener. El PRI está desesperado y ya no sabe qué hacer para levantar
la campaña en ruinas de su precandidato”, dijo.
¿Guerra sucia? Sí, claro, podría ser, pero ¿el PRI? ¿De veras? ¿Desde Proceso? No, mi Ric. Quizá fue Yuawi,
que se enojó porque tú, después de ver el éxito mundial en que se convirtió el
chavito, no perdiste la oportunidad de robarle foco y acompañarlo con tu
simpática guitarrita.
Mientras vamos a seguir
pendientes de este bonito y divertido escándalo. A ver cómo la libra mi
Anayita. Hoy por uno, mañana por otro. Esperemos atentos a ver cuál es la
siguiente cola que pisan y a ver quién grita más fuerte. Porque, no lo dude
usted, querido lector, todos en esta fiesta tienen cola… Y muy larga.
Obituario: ¿Seis anillos de Super
Bowl? ¡Ah, sí, los Steelers!
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