Resulta que Rodrigo Vallejo era
–o es− súper brother de “La Tuta”, el enemigo público número 1, el hombre más
buscado en la administración de Peña Nieto. Don Fausto, ex gobernador de
Michoacán, nunca supo nada, no metió las manos al fuego por su muchacho. Dijo
que si se comprueba que su hijo asistió por voluntad propia a la
reunión con Servando Gómez, sea castigado conforme a la ley.
¡Concedido, señor Vallejo!
Rodrigo ya duerme en el penal de Santiaguito, en el Estado de México, lo
consignaron por el delito de encubrimiento.
¿Encubrimiento? ¡Pero si nada
más se estaba tomando una cerveza con sus cuates! Lo que es muy raro, porque el
“Gerber” está acostumbrado a tomar whisky o champagne. Está acostumbrado a
fiestas majestuosas, casas y coches de lujo. No puede mezclarse con la naquiza
a tomarse una chela en una tienda, en plena carretera, frente de una escuela,
sentado en una silla de plástico.
¿Y Vallejo senior? Calladito se
ve bien bonito. En medio de un silencio incómodo, como su retoño. Ya no tiene
el poder que tenía cuando fue gobernador… Un momento, ¿tenía poder cuando fue
gobernador? Está atado de manos, siempre lo estuvo. Desde la campaña vivía a
las órdenes de alguien más. Ahora, peor que nunca, enfermo, débil y fuera de la
jugada. Pobre Fausto. No quiere hablar, no puede hablar, no debe hablar. Seguro
sabe algo que usted y yo no.
Los Vallejo están a la baja.
“El crimen no paga”, decían las películas de gangsters. Y Michoacán sigue
gobernado por una runfla de maleantes que hacen y deshacen en todo el estado.
Seguimos esperando que caiga la cabeza. Porque va a caer, ya lo verán.
Obituario: Palestina e Israel
siguen matando niños. A esos asesinos el diablo les tiene reservado un precioso
pedacito de infierno.
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