El Partido Acción Nacional, sí,
ese partido que presume y defiende las buenas costumbres, lo recatado, la buena
moral, lo íntegro, lo honesto. Ése que nos defiende a todos de los demonios que
nos rodean y también de los demonios que llevamos dentro. El PAN se ha
destacado por tener en sus filas pura gente decente, mexicanos de primera,
ciudadanos dignos y puritanos, inflexibles, honorables. No como los priístas o
los perredistas que siempre muestran conductas impropias, que no respetan, que
no se comportan de acuerdo a lo establecido y que sacan el cobre y enseñan el
código postal cada que pueden.
No señor, no. Acción Nacional
hace las cosas bien, como se debe. Por eso, en su reunión plenaria de enero
rentaron una humilde casita allá en Puerto Vallarta –tres mil dólares por
noche− y organizaron sus veladas para pasar, cuando no estuvieran trabajando, un
rato agradable. Claro, sin molestar a nadie ¿eh?
Porque las plenarias son
cansadas, no se crean. Los legisladores acaban agotadísimos, muy estresados.
Por eso, ¿qué mejor que contratar a lindas chicas para charlar, beber, bailar y
gozar –que el periodo se va a acabar−? Las muchachas hacen lo suyo y los
diputados se relajan, se olvidan del bullicio y de la falsa sociedad y disfrutan
de las cálidas y sensuales pasiones que brinda el pacífico mexicano. La
quebradita ¡ah! Ese juguetón ritmo que invita a juntar las caderas. Y
“Montana”, seductora morena de fuego con falda muy corta y pechos prominentes que
brinda calor y colma toda fantasía con final muy feliz por unos cuantos pesos.
Ajá, hasta aquí todo muy bien, el puerto de Vallarta es un paraíso –ya lo dijo Juan Gabriel en voz de Rocío Dúrcal−, el problema está en que, seguramente, tal fiestecita fue solventada con recursos públicos. El alcohol, los músicos en vivo, las chicas buena onda y la casita y hasta los preservativos los pagamos entre todos los que contribuimos con nuestros impuestos. Lástima, no nos tocó ni siquiera un kiko de “Montana”.
Ajá, hasta aquí todo muy bien, el puerto de Vallarta es un paraíso –ya lo dijo Juan Gabriel en voz de Rocío Dúrcal−, el problema está en que, seguramente, tal fiestecita fue solventada con recursos públicos. El alcohol, los músicos en vivo, las chicas buena onda y la casita y hasta los preservativos los pagamos entre todos los que contribuimos con nuestros impuestos. Lástima, no nos tocó ni siquiera un kiko de “Montana”.
Y estos congresistas, además de
bailar toda la noche, bailaron con sus puestos y con muchas de sus aspiraciones
políticas. Ni modo, la noche es una puta divertida, pero cobra factura −¡gracias
Arjona!−
Obituario: Este PAN ya llenó de
tristeza, pena y mucha vergüenza hasta al expresidente Calderón. “La
degradación moral llegó a su límite”, dijo. Háganme favor.
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