El fin de semana pasado me di a
la tarea de ir al cine a ver “Cantinflas”, cinta de Sebastián del Amo que
busca, según los más optimistas defensores y porristas de dicha obra, una
nominación para los premios de la academia de ciencias y artes cinematográficas
de Estados Unidos.
Me metí al cine porque todo
mundo dice que es una maravilla, que es lo mejor que nos ha pasado y que hay
qué verla porque es, simplemente, la quintaescencia del cine nacional. Porras, confeti,
cohetones y mucha algarabía. Y es cierto, es lo mejor que nos ha pasado desde
la película de Derbéz… Total que se apagaron las luces y empezó la función.
¿Y qué me encontré? Algo muy (pero
muy) por debajo de la expectativa que me habían vendido por todos lados. Me
encontré con un montón de anécdotas que no terminan de cuajar nunca. Me
encontré con un casting de caricatura que casi casi casi cae en lo ridículo (¡Bárbara
Mori es Liz Taylor!). Me encontré con un muy buen actor (Óscar Jaenada)
convertido en un excelente imitador. Me encontré con una historia que cuenta
muchas historias para después no terminar de contar ninguna. Me encontré con
que Mario Moreno, en su juventud, ya hablaba como Cantinflas (bueno, como
“Cantinflas show”). Me encontré con un Manuel Medel soberbio, antipático y que
no tuvo absolutamente nada qué ver con la construcción del personaje de don
Mario (véase http://www.loseditores.com.mx/index.php/historico-editores/entry/cantinflas ). Me
encontré con que, si no hubiera sido por Chaplin, Cantinflas no gana el Globo
de Oro (hágame usted el favor). Me encontré con la falta de un indispensable contexto
para reconocer a Diego Rivera, Jorge Negrete, Fidel Velázquez, Fernando Soto
“Mantequilla” y muchos otros. Me encontré con escenas telenovelescas, casi
chuscas, como cuando el protagonista llora en su inmenso jardín porque se
entera que su esposa no puede tener hijos (eso tendría que ser un dramón, pero
no logra transmitir absolutamente nada).
En fin, la cinta quiere contar
todo y termina sin contar nada. No terminamos de saber cómo era Mario Moreno.
Tampoco explican del todo la parte sindical, ni el carpero, ni el taurino, ni
el boxístico, mucho menos el personal. ¿Así construyó a Cantinflas? ¿Casi
espontáneamente? ¿Y así, espontáneamente llegó al estrellato? ¿Qué caso tienen
las sátiras donde recrean las escenas de las películas originales? No aportan
nada a la historia.
Sé que el personaje es complicado
y que hay mucho qué contar. También entiendo que es difícil plasmarlo todo en
un par de horas. Pero no había necesidad de abarcar tanto para apretar tan
poco.
Insisto, la película es un
puñado de anécdotas que no aportan nada al conjunto. Una lástima, porque se
podía hacer mucho más con una leyenda de tal magnitud. El director la tenía,
era suya y la dejó ir. Aunque por ahí he escuchado que se tuvo que ceñir a lo
que le dictó la familia del mimo, por lo que quitó varias escenas que hacían
quedar muy mal a Mario Moreno.
Esta es MI opinión, ni soy
crítico de cine, ni aspiro a serlo (aunque en estos días cualquiera lo es),
solamente quería exponer lo que pienso como un hijo de vecino que compra su
boleto y se sienta en la sala de cine a que le cuenten una buena historia. Y
“Cantinflas”, créame, no lo es. Usted sabrá, querido lector, si le entra al
toro. Sobre aviso no hay engaño chato.
Obituario: En Televisa ya se
dieron cuenta de que el nombre completo de su corresponsal en Michoacán es
Eliseo Caballero Templario…
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