La
izquierda (si es que existe) sigue cayéndose a pedacitos. A Andrés Manuel López
Obrador se le ocurrió decir que el PRD, como el PAN y el PRI, "están
acostumbrados al fraude electoral" a comprar votos, traficar con la pobreza
de la gente y entregar despensas, que elige a sus dirigentes de manera
fraudulenta, que todos son muy feos, que son malos de Malolandia y que él es
bombero y los moja.
¿No se habrá
mordido la lengua el tabasqueño? Ya no se acuerda que lleva dos contiendas
presidenciales y una (esa sí exitosa) por la jefatura de gobierno cobijado por
el sol azteca. Ahí también, sin duda, hubo acarreados, despensas, votos
comprados, cochupos, mapaches y mugre al por mayor. Pero todo ese polvo se
olvida y se avienta debajo de la alfombra. Ahorita lo importante es subirse al
coche de una elección que no es la suya, agarrarse de mosca y aventar popó para
todos lados, a ver quién se engancha. En algún lado picará el anzuelo y así nos
ponemos de nuevo en el escenario político, que buena falta nos hace ¿no?
Y por ahí,
nadando en el mar de la politiquería nacional, mi Chucho Zambrano agarró el
ganchito, se lo tragó completito, salió al paso e inmediatamente le reviró cuestionando
si también su candidatura presidencial en 2012 fue "resultado de un
fraude". Y para amolarla de acabar también le mandó decir a Don Andrés que
"es un pirata político que busca construir su
futuro a partir de la derrota del partido que tanto tiempo lo cobijó".
Ajá, se
enganchó Jesusito, está que saca chispas, muy enojado. No puede soportar que
alguien que decidió separarse del los amarillos y hacer su propio partido siga
siendo una piedrita en su zapato izquierdo.
Pero él
tiene la culpa, no debería ni contestarle, ¿para qué? Las acciones que denuncia
López Obrador son exactamente las mismas por las que se salió del PRI. Y son
las mismas que realizan todos los partidos habidos y por haber. Y son las
mismas que han realizado siempre. Y son las mismas que seguirán realizando por
los siglos de los siglos (amén).
Así que mi
querido Chucho, mejor aplica la máxima aquella tan mundialmente famosa que reza
que "a gritos de puerco, oídos de matancero". Ya lo dijo Juan Gabriel
en su disco "Todo", de 1983, track 1: "No vale la pena".
Obituario:
Borrachos conduciendo el metro... ¡Lindísimo, florido, picante y folclórica
aventura! Y por solamente cinco pesos.
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