Don Andrés, el mesías, busca
destruir al PRD, porque en eso radica su supervivencia y la de Morena, pues no
creó ese partido como opción política, sino como una plataforma para ser
candidato presidencial en 2018.
El tabasqueño no quiere ser
militante, sino propietario de un partido, además muestra ingratitud al perredismo, que lo hizo su líder nacional, jefe de Gobierno y dos
veces candidato a la Presidencia.
El objetivo es destruir al PRD,
porque es el obstáculo principal para su mesianismo, por eso se salió del
partido y su propósito es derrotarlo; esa es su horrible paradoja, no derrotar
a Peña Nieto o al PAN, sino al PRD.
Todo lo que no le acomoda a
Andrés Manuel tiene que ver con la mafia del poder, con traición a la patria o con la corrupción. Es: o estás de acuerdo conmigo o eres mi enemigo, una visión
autoritaria y antidemocrática.
Alguna vez dijo: “Deja que
(Pemex) se destruya. Cuando estemos nosotros en el poder lo vamos a levantar
desde el piso”. Esa idea es su visión sobre el país, hay que provocar la crisis, hay que agudizar las contradicciones, hay que hacer derrumbe del Estado porque él vendrá a salvarlo o porque él está destinado a salvarlo.
Está hecho de promesas llenas
de demagogia. Se presenta como si fuera un sanador, un monje sanador. Va y dice en Guerrero “voten por mi candidato, porque si gana yo
voy a ser asesor del gobernador”. ¿Y eso qué trascendencia tiene para el asunto
de la marginación y de la pobreza, de la violencia ancestral y el olvido del
sur del país? Eso no se resuelve con Andrés como asesor. ¿O sí?
No, no lo digo yo. No me vean
feo. Lo dijo Jesús Ortega, perredista que algo sabrá del tema…
Obituario: Partido verde:
sinvergüenza, cínico, descarado, de pena ajena. Y, como dijo Maussan, “nadie
hace nada”.
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