martes, 19 de mayo de 2015

Un gran candidato



Es echado para adelante, valiente, animoso, esforzado, trae su discurso muy bien preparado y mejor estudiado, quiere acabar con las ratas y la corrupción, toma riesgos y enfrenta la vida como venga. Dice que él es cuaderno de raya y que todos los demás son hojitas sueltas. No estudió en Harvard, pero cuenta con el coraje para hablarles a la cara a los demás candidatos. Se enoja, grita, patalea, señala, cuestiona, revira y ya hasta ganó un debate.

Está cerca de la gente, la escucha, la apapacha, repite su speech (de veras, se lo sabe de arriba abajo y de regreso y al revés). Habla de un nuevo despertar, de una nueva primavera, de trabajar para todos desde su trinchera. Dice que va a despachar en la planta baja, que su oficina no tendrá puerta, da su teléfono al aire (eso sí, no tiene whatsapp) y le contesta a todo mundo. Si gana no va a gobernar, va a servir.

Según él va en primer lugar en las encuestas, pero no está luchando para conseguir votos, está luchando para conseguir que la gente despierte, que la gente reaccione, que la gente entienda lo que dice Albert Einstein: “es de locos pensar que haciendo las mismas cosas puedan suceder cosas distintas”

Resultó un gran candidato, hasta resucita gente a cinturonazos, bueno, con la hebilla. Pero es un tipo simpático, cordial, animoso, se brinca los patrones establecidos, quiere cambiar las cosas, es voluntarioso, abierto, en fin. Monterrey podría tener un excelente alcalde, si no fuera porque es el “Pato” Zambrano. Lástima, el chiste se cuenta solo.

Obituario: Que van a liquidar las barras bravas en el fútbol mexicano. Ajá, y yo me chupo el dedo por cochino, no por… idiota.


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