Todavía recuerdo aquellos días
en que visitó un penal en Torreón para bailar con los presos al más puro chúntaro style. La verdad bailaba rete
bonito. ¡Cuánto ritmo! Sin embargo, ahora duerme (si es que puede) junto a los
reos de más alta peligrosidad en una cárcel a las afueras de Madrid. ¡Cuánta
ironía!
En 2005 el candidato Humberto
Moreira saludaba de mano y cuando ganó la gubernatura de Coahuila regresó a
tocar puertas para dar las gracias por el voto recibido. Así de sencillo,
carismático, magnánimo y bondadoso.
Ahora la revista Forbes lo
tiene catalogado como uno de los políticos del PRI más corruptos del siglo XXI.
La deshonestidad y la avaricia para desaparecer más de 50 mil millones de pesos
fue el legado que dejó a un estado ya de por sí empobrecido por sus
antecesores.
Y arrastra por este mundo la
vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser. En España le siguieron los
(malos) pasos durante tres años y medio. Hasta que lo pescaron por un asunto de
200 mil dólares, con mucha cola, eso sí.
Aquí en México, cuando
anunciaron su detención, ningún político aplaudió, ni cantó el himno nacional,
ni gritó “¡misión cumplida!” No, porque el malandrín en turno es de su misma
especie, y entre bomberos no se pisan la manguera.
Sin embargo, en este momento Humberto
Moreira está al nivel del Chapo Guzmán, en maldad, en foro y en atención. Todo
mundo tiene una opinión de don Humberto. Ahorita, cualquier adjetivo despectivo
le queda como anillo al dedo. Como decía
una ex amiga “las cosas se ganan…” Ay, ¡cuánta sabiduría!
Obituario:
El dólar ya casi llega a 19 pesitos… Dios nos agarre confesados.
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