jueves, 21 de enero de 2016

Vergüenza y dolor



Todavía recuerdo aquellos días en que visitó un penal en Torreón para bailar con los presos al más puro chúntaro style. La verdad bailaba rete bonito. ¡Cuánto ritmo! Sin embargo, ahora duerme (si es que puede) junto a los reos de más alta peligrosidad en una cárcel a las afueras de Madrid. ¡Cuánta ironía!

En 2005 el candidato Humberto Moreira saludaba de mano y cuando ganó la gubernatura de Coahuila regresó a tocar puertas para dar las gracias por el voto recibido. Así de sencillo, carismático, magnánimo y bondadoso. 

Ahora la revista Forbes lo tiene catalogado como uno de los políticos del PRI más corruptos del siglo XXI. La deshonestidad y la avaricia para desaparecer más de 50 mil millones de pesos fue el legado que dejó a un estado ya de por sí empobrecido por sus antecesores. 

Y arrastra por este mundo la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser. En España le siguieron los (malos) pasos durante tres años y medio. Hasta que lo pescaron por un asunto de 200 mil dólares, con mucha cola, eso sí.

Aquí en México, cuando anunciaron su detención, ningún político aplaudió, ni cantó el himno nacional, ni gritó “¡misión cumplida!” No, porque el malandrín en turno es de su misma especie, y entre bomberos no se pisan la manguera.

Sin embargo, en este momento Humberto Moreira está al nivel del Chapo Guzmán, en maldad, en foro y en atención. Todo mundo tiene una opinión de don Humberto. Ahorita, cualquier adjetivo despectivo le queda como anillo al dedo. Como decía una ex amiga “las cosas se ganan…” Ay, ¡cuánta sabiduría!

Obituario: El dólar ya casi llega a 19 pesitos… Dios nos agarre confesados.

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