En Pasadena, California, la
selección mexicana de fútbol se enfrenta a su similar de Estados Unidos, van
por el pase a la Confederaciones 2017. Nuestros paisanos abarrotan el estadio.
Puros mexicanos de esos que de mil formas cruzaron el río buscando mejores
oportunidades que las que les da este país. Puros mexicanos que dejan este
árbol, pero que nunca cortan sus raíces. Puros mexicanos que se mueren por
regresar, pero que saben perfectamente que aquí no tienen nada seguro. Puros
mexicanos que necesitan sentirse parte de este territorio que no les ha dado
nada. Puros mexicanos que quieren demostrarle al tío Sam que son valiosos, que
pueden, que son únicos, que son mejores que los dueños de la casa…
Y para eso (por lo menos)
existe el fútbol. Para gritarle a los gringos que con el balón en los pies nos
la pelan. Para que sepan que también pueden perder, para elevar la frente,
inflar el pecho, alzar los brazos, lanzar muy lejos el vaso de cerveza, abrir
mucho la boca y cantar ese gol tan esperado. ¡Soy mexicano, chingada madre!
Quisiera llorar, quisiera morir, de sentimiento…
Doscientos dólares por un
boleto para ver el partido. No sé cuántas horas de trabajo pesado. Pero no
importa, el evento lo vale. Cuando el balón rueda la vida se detiene y la
respiración también. La patria, el orgullo, la razón, el corazón y la nación
están en juego. Hace mucho que no vienen a México. Y lo extrañan horrores.
Seguro hasta lo quieren más que los que no nos hemos ido nunca. Hoy están aquí.
Rodeados de colegas que sienten lo mismo. Hoy todos son hermanos, brothers. Y las lágrimas ruedan cuando
suena el himno nacional. México lindo y querido, te llevo en el corazón…
Durante dos horas y media
volvieron a su tierra del sol, pisaron suelo mexicano y no pensaron en toda la
ingratitud que los hizo irse. Pero todo se acaba y hay que volver a la triste
realidad. El estadio se vacía y los paisanos regresan a su patria adoptiva. Eso
sí, otra vez, solos y tristes, cual hoja al viento.
Obituario: Sting pidió al
gobierno mexicano investigar las desapariciones… Perdón, ¿alguien pidió
mariachis?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario