"Por lo pronto, qué bueno
que ‘El Chapo’ se salió, ojalá y vaya a pavimentar calles y a tapar pozos,
porque él sí hace cosas por su pueblo; yo estuve en Mazatlán cuando lo
agarraron la primera vez, hace un año y medio, y la gente en el malecón llegaba
llorando porque lo habían agarrado, porque dicen que ayuda mucho a la gente que
quiere", señaló hace unos días la brillante Susana Zabaleta…
“Dicen que ayuda mucho…” La
sensual cantante y actriz no lo sabe de cierto, pero lo ha escuchado, “dicen”. Luego
entonces, el tipo es un semidios.
En el 2012, otra distinguida
intelectual de nombre Kate y de apellido Del Castillo publicó una sentida y
romántica carta en twitter, donde apuntó: “Hoy creo más en el Chapo Guzmán que
en los gobiernos que me esconden verdades aunque sean dolorosas, quienes
esconden la cura para el cáncer, el sida, etc. para su propio beneficio y
riqueza”. Después invita al capo a traficar con el amor. ¡Estoy llorando!
Y el fin de semana pasado,
durante una entrega de premios, Armando Christian Uria Ruiz Pérez, conocido en
los bajos mundos como “Pitbull”, luego de recibir su presea, se envalentonó y
gritó a los cuatro vientos: “¡Trump, ten cuidado con el Chapo, papo!” Es
Pitbull, canta reggaetón, por lo tanto sabe perfectamente bien lo que dice.
Pero lo que seguramente no
saben estas tres estrellas internacionales es que están defendiendo a un
mafioso, a un tramposo, a un matón, a un asesino, al capo más peligroso del
mundo en los últimos treinta años (y quizá me equivoco). Alguien que vive de
envenenar a quien se deje. Un hombre sin alma, sin corazón, sin sentimientos y
sin una pizca de compasión que ha asesinado, él mismo, a más de tres mil
personas. Líder de una organización que lleva más de 20 mil asesinatos en toda
su historia criminal.
Ése es el Chapo, ese valiente
que burló por segunda ocasión el sistema penitenciario de máxima seguridad. El
que se burla de usted, querido lector, y de mí. El que sigue matando,
envenenando, torturando y extorsionando desde algún lugar del mundo. Así que
sigamos aplaudiéndolo, se lo merece, es lo máximo, ¡bien por él!
Voy a cerrar esta columna con
un párrafo de lo que ayer publicó León Krauze: “Los apologistas del Chapo
Guzmán harían bien en leer la biografía de su ídolo. Tendrían que detenerse en
cada detalle, estudiar la crueldad, la violencia y el apetito de poder y
sangre.
Nada de romántico tiene la figura. No es lo mismo un forajido idealista
que un empresario del veneno y la muerte. Insistir en lo contrario es ceder a
la peor forma de la frivolidad”.
Obituario: #NoEraPenal, pero
#SíEraMuchaLanaPerdida
Bravo y valiente Charly. Totalmente de acuerdo.
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