Estamos sumamente preocupados
por cómo diablos va a resolver Miguel Herrera el complicado crucigrama que le
representa ganar la Copa Oro… ¿Va a jugar con línea de cinco o solamente
utilizará cuatro defensores? ¿Vela y Gio van a acompañar a Oribe? ¿Al
Chicharito ya no le duele su hombro? ¿El Chuletita estará a nivel?
La televisión y los medios nos
siguen educando. O al menos eso es lo que ellos creen. El bombardeo mediático
con misiles vestidos de futbolistas es impresionante. Además raya en lo
ridículo. La cobertura total, el seguimiento puntual, el programa especial, el
invitado estrella, el estudio nuevo, la tecnología de punta y un par de niñas
buenísimas ataviadas con muy escasa tela. Claro, ellas no tienen ni el balón
por lo redondo, pero ¿a quién le importa? Si son unos bizcochos. Todo avienta
sus energías a que el mexicano voltée hacia allá. La cultura de la evasión es
necesaria, sin duda, pero no abusen. Como si la selección mexicana de futbol
diera para tanto –bueno, en ganancias económicas sí da, y un dineral−.
Y estamos atentos a todo lo que
tenga que ver con nuestros flamantes seleccionados. A qué hora llegaron, qué
desayunaron, a qué hora entrenaron, qué ejercicios hicieron, cómo duermen, a
qué juegan entre ellos, qué talla es la casaca de Guardado, de qué número calza
el Maza y porqué los rizos de Paco Memo son tan hermosos.
En un país como el nuestro las
preocupaciones son otras, vivimos preocupados por la seguridad, la salud, la
educación y la economía. Vivimos inquietos por saber qué diablos vamos a hacer
en el futuro, ¿de qué vamos a vivir? ¿Qué vamos a comer? ¿De dónde van a salir
los útiles del ciclo que viene?
Pero eso no es relevante, lo
verdaderamente importante es saber si mi Piojo llega a Rusia o no. Eso sí es de
vida o muerte, lo demás son pequeñeces.
Obituario: Se fue Jacobo... Un
valiente, honesto y fiel soldado del soldado del PRI.
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