lunes, 15 de julio de 2013

De Fox a Juárez


“Me los llevo de calle a todos, incluido Juárez” dijo en una entrevista el expresidente mexicano Vicente Fox… ¡Háganme ustedes el favor!

Desde su popular manera de vestir o expresarse, hasta su más reciente afirmación a favor de la legalización de la marihuana, este simpático guanajuatense no ha dejado de crear polémica. Ahora, en una entrevista, afirmó que ha sido el mejor de los mandatarios de este país, incluido al célebre Benito Juárez.

Y no voy a recapitular aquí cada una de sus históricas estupideces. No es necesario, el personaje se describe por sí solo. Es Vicente Fox. No necesito decir más.

Pero al César lo que es del César. Vicente Fox Quesada fue, sin duda, el mejor candidato que México haya visto en toda su historia, eso sí. Ahí sí se los lleva de calle a todos, desde Guadalupe Victoria hasta Enrique Peña Nieto, nadie como el pelado grandote con botas vaqueras, cinto piteado, sombrero, sonrisa colgate y siempre lanzado pa´lante, ocurrente, ágil en el debate, gracioso, muy atractivo para la prensa. Además, su compromiso era claro: Sacar al PRI de los Pinos. Y lo logró, porque realizó una campaña llena de sueños, de originalidad, de extravagancia, de audacia y de valor. Sí, ajá, por eso es difícil que otro político mexicano, o incluso del mundo, iguale la locuacidad y ocurrencias de un personaje como Vicente Fox Quezada, el candidato.

Una vez que llegó a la presidencia se perdió. El simplismo con que ofrecía resolver los problemas nacionales se transformó en payasadas institucionales, en oscuros episodios de ignorancia, en improvisaciones y ocurrencias… Pero eso, como dijo la Nana Goya, es otra historia…

Ahora ¿mejor que Juárez? Pues quién sabe, Fox está muy vigente y a don Benito lo respaldan más de 150 años de historia… Y eso, en este país con la memoria manipulada, toqueteada y manoseada es muchísimo tiempo, en ese lapso los personajes que han gobernado, los hombres que han asaltado el poder, los “héroes que nos dieron patria y libertad” se convierten en estatuas de mármol blanco, en formas intocables y en figuras sagradas. Ellos, a la distancia, son libres de pecado y no podemos arrojarles ni una piedrita. Y el de Guelatao es un ejemplo claro de todo lo anterior…

Nos regalaron la hermosa historia de un pastorcito que tocaba la flauta y cuidaba ovejas en San Pablo Guelatao, y que de repente se convirtió en Presidente de la República. Y nos lo presentan como el paradigma del hombre humilde, indígena y pobre, del mexicano común que llegó a ser un prócer de la Patria. Pero lo que no nos explican es lo que significa que Juárez fuera uno de los máximos defensores del liberalismo económico del siglo XIX.

La frase "entre los individuos como entre las naciones el respeto al derecho ajeno es la paz", no es suya, sino del filósofo Alemán Emmanuel Kant, quien la escribió en su libro “la paz perpetua” de 1795. Seguro Don Benito la leyó y esperó el momento idóneo para fusilársela ¿no?

El benemérito necesitaba con urgencia dinero para financiar la guerra que libraba contra el partido conservador, el poder es el poder y ¿quién tiene dinero? ¡Claro, la iglesia! Juárez, además de odiar al clero, expropia sus bienes con el ánimo de hacerse de recursos. No le son suficientes y sin permiso del congreso compromete a sus aliados del norte, vía el tratado McLane-Ocampo:
-El Istmo de Tehuántepec.
-El Paso libre Guaymas-Nogales.
-El Paso libre Mazatán-Matamoros.
Todo este bonito paquete por una módica cantidad de 4 millones de pesos. Ah, el trato era a perpetuidad. ¡Una verdadera ganga!

Como resultado, México quedaría dividido en cuatro partes y Estados Unidos se convertiría en dueño de facto de lo antes anotado y de ello derivaría apropiarse de Baja California y Sonora… Gracias a Dios el acuerdo nunca fue ratificado por el senado norteamericano. Ellos, en ese momento, andaban con su guerra civil en pleno desarrollo.

En el caso del Archiduque Maximiliano de Habsburgo, Juárez no tuvo piedad. A pesar de que hubo súplicas de la comunidad internacional solicitando su perdón, conscientes de que el emperador era un títere y una víctima de las circunstancias,  cosa que Don Benito se pasó por el arco del triunfo. Claro, esto también debido a la necedad de complacer al gobierno de Estados Unidos, que estaba peleado con Francia, por lo cual, y para congraciarse, ordenó la ejecución del pobre Maximiliano en el Cerro de las campanas… Tan fácil que hubiera sido darle una patada en el trasero, subirlo a un barco y mandarlo a… su país.

Ya para terminar, decir que Benito Juárez García gobernó este país de 1857 a 1872, casi 15 años. Sólo la angina de pecho lo pudo tumbar de la silla presidencial, porque de que el poder le gustaba, le gustaba. Y si por él hubiera sido, se queda mucho más rato. El mismísimo Porfirio Díaz trató de derrocarlo un par de veces, quizá el presidente−dictador le sirvió de inspiración…

Así que no nos espantemos con el señor Fox… La historia lo juzgará, sólo espero que lo juzgue bien, no como a otros… ¡Saludos a Oaxaca!

Obituario: #Fuerachepo