lunes, 27 de agosto de 2018

¿Viva México?


Los mexicanos: solidarios, creativos, caritativos, simpáticos, emprendedores, decididos y casi perfectos. Somos bien lindos en el entorno laboral, siempre damos lo mejor, no somos doblemoralinos, tenemos una gran actitud, ayudamos al que lo necesita, apreciamos nuestros productos, otorgamos reconocimiento al trabajo de nuestros artesanos, pagando siempre un poco más de lo que nos piden. Reconocemos el trabajo de todos aquellos que nos dan servicios y dejamos propinas, porque sabemos que ellos viven de eso. Además, ahora que viene septiembre, ponemos banderitas en nuestros perfiles de redes sociales, en nuestra casa y hasta en el coche, somos únicos en el mundo, somos mexicanos.

Pero como dijo Adal Ramones: ¡no es cierto! Los mexicanos somos, entre muchas otras cosas, envidiosos, celosos, desconfiados, resentidos, egoístas, groseros, presumidos, comodinos y aprovechados, muy aprovechados. ¿No me cree? Seguro ya vio el video donde un trabajador de Bimbo que le roba a un viejecito. Eso sí, “¡pobrecito repartidor! Ya lo juzgaron y lo vilipendiaron, lo exhibieron, si nada más se robó tres gansitos, Elba Esther y Duarte son delincuentes de a de veras, esos sí son rateros en serio, ¡qué injusticia!”

Vamos viendo el asunto del repartidor: Un trabajador de este tipo gana, en promedio, quince mil pesos al mes. Por otro lado, tres gansitos suman 33 pesos, pero en la ruta de este señor hay 30 tiendas. Así que 33x30=990, 900x30=29,700. ¡29,700 pesos mensuales, libres de polvo y de paja, cortesía de las tienditas de abarrotes, un gran negocio ¿no? El robo hormiga, en diferentes hormigueros, tiene sus privilegios. Y no sólo es el tipo del video, son la mayoría de los repartidores de todo tipo de alimentos y bebidas. Son magos con dedos de seda, prestigitadores profesionales con miles de técnicas para la trampa y el engaño. Una pena.

Mi propuesta es que los tenderos los extorsionen, que les pidan dinero para no denunciarlos, para no acusarlos con el osito Bimbo, porque ahí sí, aunque no pisan la cárcel, se les acaba su minita de oro, los boletinan y no vuelven a trabajar en toda su vida. Así que ya lo sabe, amigo abarrotero.

Mientras tanto, ¡viva México! Nada más ponga la direccional en su coche cuando vaya manejando, ¿verdad que tengo razón? O, si está usted formado en la fila del banco, adelántese a la ventanilla a preguntar cualquier cosa y espere la reacción de los que siguen formados. Aclaro, usted solamente va a preguntarle cualquier cosa al cajero. ¿No? Párese enfrente de cualquier escuela y mire el fantástico espectáculo que significa el arribo de los alumnos. Papás peleando por un estacionamiento, autos en doble, y hasta triple fila, mentadas, claxonazos, empujones y mil linduras más. ¿Sigue sin creerme? Dígame, ¿qué opinión le merecen Hugo Sánchez y el “Chicharito”? ¡Par de cazagoles presumidos ¿no?! Y no lo digo yo, lo decía un tipo llamado Octavio Paz, él premio nóbel postulaba que "pueblo corroído por la sospecha es el mexicano, suspicacia y sospecha marcan las relaciones sociales entre estos nacionales: La suspicacia es hermana de la malicia y ambas son servidoras de la envidia." Y yo digo que no hay envidia “de la buena”, la envidia es envidia y es mala, es pecado.

La hermosa solidaridad mexicana de septiembre pasado, cuando todo era lindo y maravilloso, nos duró un par de semanas. Luego, olvidado el asunto y sus víctimas, volvimos a la triste realidad. Ni modo, somos así y así seguiremos, nunca cambiaremos…

Obituario: Jubilaron a Frida y a Diego de la moneda nacional. Benito Juárez está más fuerte que nunca.

lunes, 13 de agosto de 2018

Solito


Desde hace algunos meses este sexenio se acabó. Muchos llaman a Enrique Peña Nieto “el todavía presidente”. Sí, aún es presidente, aún manda en Los Pinos, y sí, aún le hacen caso. Pero no será por mucho tiempo, ya comenzó la transición y es momento de empezar a decir adiós…

Este periodo presidencial ya no tiene nada más qué dar (quizá solamente pena) es por eso que el presidente Peña se está despidiendo todos los días, con una tierna nostalgia, con una tristeza, una añoranza y una melancolía que rayan en lo cursi. Ya hasta me imagino los spots de su sexto, y último, informe de gobierno.  Estoy seguro, como que me llamo Carlos, que lo veremos pasearse por la casa presidencial, la mirará como quien pocas ganas tiene de irse, la recorrerá, la tocará, la merodeará, la olerá y ya la extrañará aunque todavía no se ha ido…

Es el síndrome Gardeliano de la cuesta abajo, de la “vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser…” Y seguro es una cuestión difícil, tener que olvidarse de todo lo que el supremo poder presidencial representa. Entender que si pregunta la hora ya no le van a contestar “la hora que usted diga, Señor Presidente”. Concebir que el tiempo aquel ya no volverá nunca más y vivir añorando el pasado… Complicada tarea.

Ya lo retrató Luis Spota en su novela “El Primer Día”: la soledad, la ingratitud, la ignorancia y la vergüenza de un hombre que después de ser presidente se convierte en el ser más vulnerable e indefenso, objeto del canibalismo político que un día lo encumbró y que ahora lo hace víctima de las artimañas del sistema gubernamental que ahora intenta borrar todo rastro de su periodo... Ni modo, esta vida es como el súper, nadie se va sin pagar…

Pero bueno, quizá a Peña nada más lo extrañemos un mes, no menos, como cinco.

Obituario: Este Cruz Azul es de a de veras, en serio.