martes, 30 de septiembre de 2014

Ejército enemigo



Las fuerzas armadas no son policías, ni están para servir de antidisturbios, porque no saben ni pueden, ni tampoco están para servir de falsa seguridad. El ejército está integrado por los hijos del pueblo mexicano, por hombres y mujeres que provienen de la entraña más profunda de la nación, hijos de familias trabajadoras, obreros, campesinos y profesionistas. Debe ser un ejército popular, cercano al pueblo, un ejército que cuida y sirve, que protege y fortalece, que da certidumbre para el desarrollo de las actividades de nuestra nación. Ay, ¡Qué lindo se oye!

Pero no es así, al contrario, a menudo escuchamos que el ejército viola los derechos humanos, que se ensaña con sus defendidos, que comete atrocidades inimaginables. Y los ciudadanos de a pie nos sentimos más amenazados por las fuerzas armadas que por los cárteles del narcotráfico. Total, cualquiera nos puede balacear.

El Ejército, claro, en casos extremos,  podría, pero no debería ejecutar a ningún delincuente. En ningún caso, por más diabólicos que sean los malandrines. En Tlatlaya, murieron 22 “presuntos criminales” durante un enfrentamiento. Sin embargo, todo apunta a que varios fueron ejecutados. Existen testigos que afirman que los “supuestos delincuentes” ya estaban rendidos y sometidos. Pero la barbarie y el salvajismo imperan en nuestros días. ¿Para qué llevarlos ante la justicia? Mejor les ponemos en su madre. ¡Cuánta sangre fría! ¡Cuánta brutalidad! 

La Secretaría de la Defensa detuvo ya a ocho militares involucrados en los hechos. Irán a juicio y enfrentarán a la justicia castrense. Habrá que ver de dónde vino la orden de ejecución, o a quién se le ocurrió acribillar a los detenidos.

Porque si en Tlatlaya existió tal acción, aunque los asesinados “haigan sido lo que haigan sido”, todos los militares involucrados deben pagar por sus delitos. Y si no lo pagan ahora, lo pagarán después. Total, esta vida es como el súper, nadie se va sin pagar.

Obituario: “Desde el juego contra México ya no me marcan penales” dice Arjen Robben. Les digo, se escribe “karma” y se pronuncia “ándele, por ojete”.

martes, 23 de septiembre de 2014

"Cantinflas", nada más no, chato.



El fin de semana pasado me di a la tarea de ir al cine a ver “Cantinflas”, cinta de Sebastián del Amo que busca, según los más optimistas defensores y porristas de dicha obra, una nominación para los premios de la academia de ciencias y artes cinematográficas de Estados Unidos.

Me metí al cine porque todo mundo dice que es una maravilla, que es lo mejor que nos ha pasado y que hay qué verla porque es, simplemente, la quintaescencia del cine nacional. Porras, confeti, cohetones y mucha algarabía. Y es cierto, es lo mejor que nos ha pasado desde la película de Derbéz… Total que se apagaron las luces y empezó la función.

¿Y qué me encontré? Algo muy (pero muy) por debajo de la expectativa que me habían vendido por todos lados. Me encontré con un montón de anécdotas que no terminan de cuajar nunca. Me encontré con un casting de caricatura que casi casi casi cae en lo ridículo (¡Bárbara Mori es Liz Taylor!). Me encontré con un muy buen actor (Óscar Jaenada) convertido en un excelente imitador. Me encontré con una historia que cuenta muchas historias para después no terminar de contar ninguna. Me encontré con que Mario Moreno, en su juventud, ya hablaba como Cantinflas (bueno, como “Cantinflas show”). Me encontré con un Manuel Medel soberbio, antipático y que no tuvo absolutamente nada qué ver con la construcción del personaje de don Mario (véase http://www.loseditores.com.mx/index.php/historico-editores/entry/cantinflas ). Me encontré con que, si no hubiera sido por Chaplin, Cantinflas no gana el Globo de Oro (hágame usted el favor). Me encontré con la falta de un indispensable contexto para reconocer a Diego Rivera, Jorge Negrete, Fidel Velázquez, Fernando Soto “Mantequilla” y muchos otros. Me encontré con escenas telenovelescas, casi chuscas, como cuando el protagonista llora en su inmenso jardín porque se entera que su esposa no puede tener hijos (eso tendría que ser un dramón, pero no logra transmitir absolutamente nada).

En fin, la cinta quiere contar todo y termina sin contar nada. No terminamos de saber cómo era Mario Moreno. Tampoco explican del todo la parte sindical, ni el carpero, ni el taurino, ni el boxístico, mucho menos el personal. ¿Así construyó a Cantinflas? ¿Casi espontáneamente? ¿Y así, espontáneamente llegó al estrellato? ¿Qué caso tienen las sátiras donde recrean las escenas de las películas originales? No aportan nada a la historia.

Sé que el personaje es complicado y que hay mucho qué contar. También entiendo que es difícil plasmarlo todo en un par de horas. Pero no había necesidad de abarcar tanto para apretar tan poco. 

Insisto, la película es un puñado de anécdotas que no aportan nada al conjunto. Una lástima, porque se podía hacer mucho más con una leyenda de tal magnitud. El director la tenía, era suya y la dejó ir. Aunque por ahí he escuchado que se tuvo que ceñir a lo que le dictó la familia del mimo, por lo que quitó varias escenas que hacían quedar muy mal a Mario Moreno.

Esta es MI opinión, ni soy crítico de cine, ni aspiro a serlo (aunque en estos días cualquiera lo es), solamente quería exponer lo que pienso como un hijo de vecino que compra su boleto y se sienta en la sala de cine a que le cuenten una buena historia. Y “Cantinflas”, créame, no lo es. Usted sabrá, querido lector, si le entra al toro. Sobre aviso no hay engaño chato.

Obituario: En Televisa ya se dieron cuenta de que el nombre completo de su corresponsal en Michoacán es Eliseo Caballero Templario…



martes, 9 de septiembre de 2014

Tu pirata soy yo




 La izquierda (si es que existe) sigue cayéndose a pedacitos. A Andrés Manuel López Obrador se le ocurrió decir que el PRD, como el PAN y el PRI, "están acostumbrados al fraude electoral" a comprar votos, traficar con la pobreza de la gente y entregar despensas, que elige a sus dirigentes de manera fraudulenta, que todos son muy feos, que son malos de Malolandia y que él es bombero y los moja.

¿No se habrá mordido la lengua el tabasqueño? Ya no se acuerda que lleva dos contiendas presidenciales y una (esa sí exitosa) por la jefatura de gobierno cobijado por el sol azteca. Ahí también, sin duda, hubo acarreados, despensas, votos comprados, cochupos, mapaches y mugre al por mayor. Pero todo ese polvo se olvida y se avienta debajo de la alfombra. Ahorita lo importante es subirse al coche de una elección que no es la suya, agarrarse de mosca y aventar popó para todos lados, a ver quién se engancha. En algún lado picará el anzuelo y así nos ponemos de nuevo en el escenario político, que buena falta nos hace ¿no?

Y por ahí, nadando en el mar de la politiquería nacional, mi Chucho Zambrano agarró el ganchito, se lo tragó completito, salió al paso e inmediatamente le reviró cuestionando si también su candidatura presidencial en 2012 fue "resultado de un fraude". Y para amolarla de acabar también le mandó decir a Don Andrés que "es un pirata político que busca construir su futuro a partir de la derrota del partido que tanto tiempo lo cobijó".

Ajá, se enganchó Jesusito, está que saca chispas, muy enojado. No puede soportar que alguien que decidió separarse del los amarillos y hacer su propio partido siga siendo una piedrita en su zapato izquierdo.

Pero él tiene la culpa, no debería ni contestarle, ¿para qué? Las acciones que denuncia López Obrador son exactamente las mismas por las que se salió del PRI. Y son las mismas que realizan todos los partidos habidos y por haber. Y son las mismas que han realizado siempre. Y son las mismas que seguirán realizando por los siglos de los siglos (amén).

Así que mi querido Chucho, mejor aplica la máxima aquella tan mundialmente famosa que reza que "a gritos de puerco, oídos de matancero". Ya lo dijo Juan Gabriel en su disco "Todo", de 1983, track 1: "No vale la pena".

Obituario: Borrachos conduciendo el metro... ¡Lindísimo, florido, picante y folclórica aventura! Y por solamente cinco pesos.