lunes, 25 de septiembre de 2017

¡Perdóname México!



Hace un par de semanas escribí en este espacio que los mexicanos somos envidiosos y aprovechados, estaba decepcionado de mi gente - http://unaventanaalperiferico.blogspot.mx/2017/09/mexicanos-envidiosos-y-aprovechados.html -, hoy quiero, con todo el dolor de mi corazón, decir que estaba equivocado, que este pueblo de México me calló la boca y que no hay nada más sólido que el corazón de los mexicanos. 

Porque, en cuanto se enteraron de la tragedia, salieron a ayudar, como fuera, escarbando, cargando piedras, quitándose la camiseta para donarla, recolectando fondos, sumándose a las labores de acopio. Sin comer, sin beber, sin descansar. El damnificado es primero, aunque no lo conozca, aunque no lo haya visto nunca antes en mi vida. Así, se levantan las mangas de la camisa y se ponen a ayudar. Hoy somos hermanos y estamos preocupados por el de junto.

Porque este México no espera a que lo rescaten, no, se rescata él solo, se rescata a sí mismo sin esperar nada. La piel del mexicano se engrosa y hace lo imposible para salir adelante. Las muestras de solidaridad y el corazón de la gente se han visto reflejado en todos lados. Escenas desgarradoras, pero llenas de ternura. La parte más humana, la mejor, es la que el ciudadano común ha mostrado. El mexicano no se rinde ante la tragedia, sigue trabajando, se sigue esforzando y hasta canta, porque también de dolor se canta cuando llorar no se puede.

¡Bravo México! Bravo por tus hijos, por tus soldados, por tus maestros, por esa sociedad extraterrestre que te va a volver a levantar. Bravo por todos los que ayudan y por todos los que donan. Bravo por este país que, otra vez, sorprende al mundo entero. Bravo, porque no he visto ni un solo meme burlándose de la desgracia.

¡Te quiero México! Eres más grande de lo que siempre te creí. Estoy orgulloso de este país y de esta gente que ante la tragedia y la desolación se levanta y levanta a los suyos. Ahora entiendo, es cierto, como México no hay dos.

Claro que no faltan las ratas, no necesito describirlas, esas sí, de verdad, no tienen la menor madre.

Obituario: Ahora viene la parte donde todos los políticos se suben al camión que la sociedad echó a andar.

lunes, 18 de septiembre de 2017

Mara tuvo la culpa



A Mara la mataron por loca, por borracha y por trasnochadora. Por andar sola en la calle. La mitad de la culpa de su muerte es de ella misma. Seguro se quería escapar con el novio para acostarse con él, seguro sus padres no cuidaron de ella. Seguro se ponía vestidos cortos y estaba pidiendo a gritos que la violaran. Porqué ¿qué hace una señorita en la calle? ¿Por qué una mujercita sale después de las diez de la noche? Seguro tenía puros amigos hombres y le gustaba tomar cerveza y tequila. Seguro la fiesta era lo suyo. Seguro hasta viajaba en camión de vez en cuando. Se lo ganó. 

Y siempre se le puede echar la culpa a alguien más, porque, en este país, parece ser que la mujer le ha dado la oportunidad al secuestrador, el derecho al violador, y el pretexto al asesino. Pero no se asusten, no pasa nada, que esto muy pronto se nos olvida. Pero antes juzgamos, victimizamos y no protegemos las libertades de las mujeres, eso sí. Porque esta es una sociedad que enseña a las mujeres a cuidarse de no ser violadas, en vez de enseñar a sus hombres a no violar, a respetar, a cuidar. A entender que las mujeres pueden vestirse como se les antoje y hacer lo que les plazca. Que si una mujer sale a la calle únicamente con dos flores en los pezones debe ser respetada. Pero no, en México la culpa es de la mujer, no del violador, ni del asesino.

Golpearon, violaron y mataron a Mara Fernanda. Y en las benditas redes sociales se le fueron encima, ¡a ella! ¡a la víctima!

¿Y el asesino? ¿Y Cabify? Ellos, igual que Uber, llegaron a México presumiendo que son transporte “seguro”, sin embargo, han relajado mucho sus políticas de contratación y cada vez son más los delitos cometidos por sus choferes. Cada día nos enteramos de alguna atrocidad cometida por unidades de estas dos plataformas. Ya se convirtieron en aquello que juraron destruir, taxis comunes y corrientes piloteados por choferes más corrientes que comunes… Y, como dijo Jaime Maussan, "nadie hace nada".

Mientras tanto, también nosotros fallamos como sociedad, porque habíamos prometido que #NiUnaMás. Mara Fernanda es una más, y no tuvo la culpa de nada. Ella solo quería divertirse. Y tenía todo el derecho.

Obituario: Yo vi ganar al Canelo. Y con el desempate va a ganar más… Mucho más.