lunes, 26 de agosto de 2013

Receta


Piense un momento: ¿Qué necesita usted? ¿Qué quiere? ¿Qué se le ofrece? ¿Ya? Bueno, sea lo que sea ¡usted lo puede tener! Sólo debe convencer de lo mismo a veinte mil personas y llevarlas a ahorcar la ciudad de México. Comience usted por la cámara de diputados. Bloquéela. No deje entrar ni salir a los legisladores. Que se vayan a dormir a otro lado. Continúe por el recinto del senado. Haga usted lo mismo. Si en el camino se encuentra con las fuerzas del orden, atáquelas con piedras, palos y todo lo que se encuentra a su paso. Ellos no responderán. Tienen órdenes precisas de no tocar manifestantes. El zócalo capitalino es indispensable en esta receta. Leve sus casas de campaña, y llene el corazón del país con esas preciosas mantas multicolor. ¡Ah! Por favor, no se olvide de las embajadas. Acuérdese que el mundo está muy pendiente de sus necesidades. Para terminar váyase con su aglomeración hasta el aeropuerto. Cierre las puertas, retrase vuelos, grite, proteste, pelee y patalee. Quédese ahí unos diyitas, sólo unos diyitas. Será trascendental tomar algunas avenidas importantes e impedir que la gente de a pie, esa que tiene qué ir a la escuela y el trabajo llegue tarde –o aún mejor, que no llegue- a su destino. Créame que todos ellos se lo agradecerán.

Siga con las agresiones, total, los policías aguantan vara. Ahora ya tiene las todas las miradas sobre usted. ¡Aprovéchelas! Diga en los medios que sus causas son legítimas, aunque no se le entienda nada, aunque su elocuencia brille por ausencia -¡verso sin esfuerzo!- Miéntele la madre al gobierno, a los legisladores, a la mafia en el poder. Siga en lo suyo, los desmanes son importantes. Está usted luchando por lo que quiere, por lo justo, por lo razonable. Tranquilo, nadie le va a hacer nada. Sus derechos son sagrados. ¿Los derechos humanos de la mayoría indignada? ¡Por Dios! ¿A quién le importan?

Lo importante es usted y sus ideales. La constitución, el libre tránsito, la construcción de acuerdos, los consensos, la ley y las instituciones se pueden ir derechito al diablo -¿dónde he oído eso?-

Ahora espere… Tómese su tiempo. Quizá lo inviten a negociar. Está bien, vaya, reúnase con ellos. ¡Pero ni un paso atrás! Recuerde que sus intereses son justos. Lo que usted quiere es lo mejor para todos, aunque en este momento no lo comprendan. Algún día se lo agradecerán. Su lucha es lo que el país necesita.

Al final de todo esto usted tendrá su recompensa. Las autoridades, el gobierno y los legisladores le darán eso que usted quiere. El chantaje va a surtir efecto. Sus caprichos se convertirán en órdenes para los que comandan este país…

Ahora piense en otro antojo… Y vuelva a leer esta columna desde el principio.

Obituario: ¿Encontraron los cuerpos de los desaparecidos en el bar Heaven? ¿Usted qué piensa?

 

lunes, 12 de agosto de 2013

¿El petróleo es nuestro?


El presidente Peña Nieto presentó su iniciativa de reforma energética y la discusión tomó más fuerza de la que ya traía…

Que Pemex no se vende, que el petróleo es de los mexicanos, que el que privatiza es un ser despreciable y enemigo de la sociedad. Que la soberanía no debe pisotearse, que hay que defender nuestros recursos, aunque sea en las calles, que hay que cuidar a la gallina de los huevos de oro.

¡Exacto! Eso ha sido la paraestatal “la gallina de los huevos de oro”… Ajá, pero sólo para unos cuantos. O dígame usted, amable lector, ¿le ha tocado algo, aunque sea un pequeño resquicio, de la enorme riqueza que desborda dicha empresa? ¿El petróleo es suyo? ¿Cuándo le han regalado un litro de gasolina? ¿Disfruta usted, como mexicano, del tesoro que hay en el subsuelo de este bonito país?

Pemex es rico, muy rico, pero a nosotros, los de a pie, no nos toca nada. Es un tesoro que se reparten unos cuantos.

¡Ah! Pero resulta que también es una empresa endeudada hasta las manitas. Porque los gobiernos la han sangrado tremendamente, porque durante mucho tiempo le llamaron “caja chica”. Y claro, aunado a la impunidad y la corrupción del maravilloso sindicato que sigue sacándole todo lo que se pueda.

Por eso lo que sí urge es modernizar, con todo lo que eso significa. No es posible que, de acuerdo a los miles de discursos que hemos venido escuchando desde siempre, Pemex se esté convirtiendo en un elefante blanco que sólo genera burocracia. No es posible que Pemex no cuente con la tecnología necesaria para sacar los hidrocarburos, refinarlos y venderlos… ¡No tenemos esos recursos!  ¿Entonces qué hacemos? Es como un coche precioso, pero sin llantas. No lo podemos mover, no nos sirve de nada.

La reforma energética necesita que se generen condiciones para maximizar la renta petrolera y hacer viable que México pueda contar con los recursos derivados del petróleo. ¡Qué lindo se oye!

Según el discurso del presidente de la República nadie quiere privatizar Pemex; nadie quiere que el Estado renuncie al dominio que tiene sobre los hidrocarburos y los recursos naturales y nadie quiere una reforma en la que el Estado renuncie a su rectoría sobre Pemex y los demás recursos energéticos.

Lo que sí es muy importante y muy urgente es una amplia estrategia de información y orientación a la población en general sobre todos y cada uno de los puntos de tal reforma. Para que nadie se haga bolas (¿dónde he oído eso?) y para que queden bien claros los objetivos y las limitantes de lo que se viene. Y así, de paso, se le pone un alto a las campañas de difamación tendenciosas que sólo desinforman y que, como siempre, pretenden generar percepciones equivocadas y de encono social entre diversos segmentos de la sociedad. Y al que le quede el saco, pues que se lo ponga…

Obituario: ¡Sara! Gritaba Caro Quintero… Ahora grita otra vez.