martes, 23 de abril de 2013

Secuestro


De repente un grupo de quince “estudiantes” deciden tomar la rectoría de la UNAM. Sí, la máxima casa de estudios, la mejor Universidad de Latinoamérica, la benemérita institución, la creadora y formadora de los máximos talentos de nuestro país (en todos los ámbitos). Pues esta honorable y distinguida entidad lleva cuatro días secuestrada por un grupo de encapuchados que exige la reinstalación de cinco alumnos expulsados del CCH que protagonizaron actos violentos en el plantel Naucalpan en febrero pasado…

Y así, estos señoritos tienen de los… de los… de los… bueno de ahí, ustedes me entienden, a los más de trescientos mil miembros que forman la comunidad universitaria, a las autoridades civiles y, si me lo permiten, al país entero.

Mientras tanto el rector ¡ternurita! El señor Narro hace un llamado a la cordura, a portarse bien, a conducirse con rectitud, a ser buenas personas y no molestar. Una actitud sólo comparable con la del Ojitos Meza dirigiendo a sus equipos… Y la respuesta, esa sí, es contundente: “¡No, no nos vamos y hágale como quiera! Nuestros reclamos son genuinos. Primero la solución a las demandas y ya luego negociamos”.

Desde luego, en lo que les platico todo esto los muchachos rompen vidrios, destrozan instalaciones, pintan bardas y le rompen la madre a todo lo que esté a su paso ¿por qué no? Hay qué enseñar el músculo…

Y el otro músculo está listo y dispuesto para actuar, para desalojar a los rijosos, para aplicar la ley, para poner orden… Mancera, Mondragón, la PGR y todos los que pueden acabar con esta situación en un tronar de dedos están listos para actuar, nada más falta la luz verde. Pero José Narro sigue deshojando su margarita, no está seguro, son buenos muchachos, son estudiantes, son la juventud…

Así, seguimos a la espera de que algo suceda, el secuestro sigue su marcha, la sociedad exige acciones inmediatas, esto debe acabar ya, la UNAM no se lo merece. Don José ha sido tolerante hasta excesos criticados, sin embargo sigue sin hacer nada…

Obituario: ¿Pepsis y papitas para abatir el hambre y para ganar elecciones?

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