miércoles, 5 de febrero de 2014

De vagón en vagón

Para evitar a los vagoneros es necesario: 
Trabajo con remuneración suficiente para evitar no solo vagoneros,tamaleros,jugueros,disqueros y todo lo que acabe en eros.


−Te pagamos, pero para que ya te calles –le decíamos a un compañero de la secundaria cuando empezaba a cantar. Es que era malísimo y su sonsonete era sumamente molesto.
Bueno, pues lo mismo pasará con los llamados vagoneros del Metro de esta capital. Les vamos a pagar para que dejen de tocar su fastidiosa musiquita. Hágame usted el bendito favor.

El gobierno del Distrito Federal está “negociando” con estos vendedores ambulantes –bueno, más bien con los líderes de las 21 organizaciones que  manejan a esos comerciantes que operan en los andenes y vagones de las doce líneas y las 195 estaciones del Metro− para otorgarles ciertos “beneficios” a cambio de, por favorcito, dejar de operar en el sistema de transporte colectivo. Se habla de placas para taxi, viviendas  y hasta pensiones. Claro, todo cortesía de nuestras contribuciones.

¡Ah! Porque, con todo y las caricias del jefe de gobierno, los también llamados bocineros amenazan con cambiar de giro si no los apapachan como se debe.

−Si las autoridades ya no nos dejan vender, el miércoles estaremos robando, a eso nos orillan –la intimidación es muy clara. Y las autoridades se ponen contra las cuerdas. Quizá hasta bajen la guardia. Así, por las buenas, hacemos lo que ustedes digan.

Eso sí, la gente necesita trabajar, necesita ganar dinero. Y todo mundo anda correteando la chuleta. Si en este país hubiera suficiente trabajo y bien remunerado, no habría vagoneros, bocineros, pasilleros, tamaleros, jugueros, disqueros y todo lo que acabe en “eros”.

Y que quede claro que no estoy en contra del comercio informal. ¡Si los tianguis son bien bonitos, siempre y cuando no los tenga en mi puerta! Acá es lo mismo. Que trabajen, pero que no estorben, que dejen pasar, que no violen el espacio vital del pasajero (ese nos lo violamos entre todos los que nos apretujamos en horas pico), que no me pongan su bocina a todo volumen en la nariz. Eso es todo, ¿es mucho pedir? Sí, son parte del folclor mismo de esta ciudad. Hay de todo: Dulces, chicles, papitas, churritos, confitones, cortaúñas, libros, llaveros, juguetes, discos, micas, crayolas y un universo de cosas inimaginables. El Metro es una verdadera romería y es precioso. Lástima que esté  infestado de mafias.

Obituario: Woody Allen: Excelente cineasta, basura de persona.

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