martes, 14 de octubre de 2014

Bendiciones para gays



Ayer, el Vaticano expresó que los homosexuales tienen "dones y atributos para ofrecer" y preguntó si el Catolicismo está listo para aceptarlos y reconocer los aspectos positivos de las parejas del mismo sexo. ¡Wow! Aplausos para los señores de sotana. Imbéciles que se pasan la vida dando clases de moral (cuando ellos la tienen doble y hasta triple) y buenas costumbres. Gracias por tan distinguida bendición.

Abren una puerta, ajá. Y está bien. Hubo jalón de orejas. Un número de participantes dijo que la Iglesia debería moderar el tono en su lenguaje condenatorio cuando se refiere a las parejas gay y evitar frases como "desorden intrínseco" cuando habla de los homosexuales. 

¿Qué van a decir ahora tantos idiotas que se han pronunciado contra los gays y los han calificado de animales, retorcidos, desviados, perversos, anómalos, abominables, aborrecibles, invertidos, antinaturales, y no sé qué tantas sandeces más. Para acabar pronto, para muchos de estos estúpidos sacerdotes, los homosexuales no son personas. Son lo que sea, menos seres humanos. ¿Dónde se van a meter ahora?

Ellos, claro está, se amparan en La Biblia, ese bonito libro desde donde emanan todas las enseñanzas de vida, los buenos ejemplos y la felicidad completa. Dice la primera de Corintios: "¡No os engañéis! Ni los impuros, ni los afeminados, ni los homosexuales heredarán el Reino de Dios". ¡Háganme el chingado favor! ¿Los sacerdotes pedófilos ya habrán leído ese hermoso versículo? 

Bien por Don Jorge Bergoglio, que en su afán de recuperar a los clientes está haciendo una excelente campaña de publicidad para abrir mercados. ¡Bien! Se está encargando de limpiar la casa (al menos hacia afuera), está vendiendo la idea de la apertura y la bondad de tan vituperada institución. 

¿Y la iglesia (los creyentes)? Ellos no tienen ni voz, ni voto. Nadie les pregunta nada, nadie los pela. Seguro tendrán sus opiniones y seguro estarán muy divididas. Ahí hay de todo, muy flexibles y también extremadamente recalcitrantes. Pero ¿a alguien le importa?

Seguramente la propuesta viene por el lado del dinero. La comunidad homosexual del mundo puede ser un gran cliente. Imagínense ustedes lo que la iglesia está perdiendo en bodas, bautizos, confirmaciones, quince años y demás… 

En fin, Álvaro Carrillo tenía razón cuando dijo: “Sabrá Dios, uno no sabe nunca nada”.

Obituario: #FueraAngelAguirre

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