miércoles, 23 de marzo de 2016

La ley de Arne



Le llaman “City Manager”  de la Miguel Hidalgo. Así, en inglés, aunque la delegada de aquella demarcación se ufane de defender los derechos y el desarrollo de los pueblos indígenas y las culturas milenarias, aunque vista de huipil y maneje el léxico de cualquier verdulera de tianguis barato, con mucho respeto a los tianguis, que son, sencillamente, hermosos.

El caso es que hace unos meses ese “City Manager”, Arne Aus den Ruthen Haag -de origen más mexicano que las enchiladas suizas-, decidió agarrar su camarita y poner en orden la delegación. Comenzó con una vecina que tiraba la basura en la calle, después se fue sobre los coches que se aparcan en la banqueta, siguió con los postes que apartan lugar de estacionamiento, luego unos gorilas le pusieron una madriza, siguió con la basura que los vecinos de las lomas sacan a la calle. En fin, una labor muy loable, los Supercívicos deben estar felices, su flamante idea ha comenzado a dar frutos. 

Sin embargo, hay una ligera diferencia entre el ciudadano de a pie que documenta en video una eventual injusticia y mi Arne, ajá, Ruthen Haag es autoridad. Y bajo esa premisa no tiene derecho, ni necesidad de andar grabando todas sus peripecias y transmitiéndolas en vivo, en directo y a todo color. No señor, por eso es autoridad. El ciudadano común se puede defender con la camarita, pero la ley no lo necesita. Llega con la fuerza del orden y pone orden ¿no?

No, para nada, la semana pasada, por supuesto con cámara y bajo queja vecinal, se dio a la tarea de desalojar a unas obreras horizontales, quienes, por cierto, se le dieron a la fuga. Arne reía y reía. Pareciera que ya lo hace por deporte, sale a divertirse, cualquier situación parecida la juzga chistosa. Y el lente sigue trabajando, pero ¿qué necesidad? Diría Alberto Aguilera.

No, el “City Manager” no piensa así, ni su jefa tampoco. Hay qué exhibir a todo mundo sin el más mínimo resquicio de tacto. Ya ven que la invitaron a una fiesta y se le hizo muy gracioso activar el periscope. Eso sí, al jefe Diego le salió barato quitársela de encima y no volverla a invitar a una de sus famosas tertulias.

Obituario: Kate tiene miedo del gobierno mexicano… Y sí, con toda la razón.

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