martes, 26 de enero de 2016

Del DF a la Ciudad de México, ¿cómo para qué?





Después de los chistes y los memes y la incesante, pero a la vez inútil, búsqueda del nuevo gentilicio, los habitantes del extinto Distrito Federal tenemos ya los mismos derechos que los mexicanos de otros estados. Cualquier cosa que eso signifique.

Ahora los capitalinos (así debemos llamarnos) vamos a contar con nuestra propia Constitución… ¡Yupi! Eso sí, la Ciudad seguirá siendo la sede de los poderes federales. No podría ser de otra manera. La Asamblea Legislativa se convertirá en Congreso local… ¡Qué bueno!

También el señor Mancera podrá nombrar con toda libertad a los titulares de su Secretaría de Seguridad Pública y de su Procuraduría General de Justicia… Seguro así le saldrán mucho más eficientes. Otra cosa, si al Senado se le ocurre mover al jefe de gobierno, bueno, al señor gobernador de la Ciudad de México, ¡se la pela! Ya no tiene esa facultad… ¡Yes! ¡En su cara! ¡Ah! Las delegaciones se convertirán en alcaldías, estarán regidas por un alcalde y sus concejales, como debe ser habrá policías municipales. ¡Háganme favor! Y un dato precioso: Tanto los diputados locales, como los funcionarios de las alcaldías podrán reelegirse… ¡A huevo!  

Por supuesto, la ciudad recibirá más recursos del gobierno federal para educación, salud, programas sociales y seguridad. ¡Já! Qué gracioso.

Así las cosas, dígame usted, querido lector, ¿todo lo anterior le sirve de algo? ¿A quién beneficia la transformación del DF a Ciudad de México? Tiene usted razón. El chiste se cuenta solo…

Obituario: Alguien le falló a la dupla Brady-Belichick, los balones del domingo pasado sí estaban bien inflados.

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