jueves, 7 de enero de 2016

Vale la pena



Todo el año trabajando, en medio del tráfico, soportando gente verdaderamente insoportable, aguantando idiotas, saliendo temprano de casa y llegando tarde, durmiendo poco y descansando menos. Aunque parezca, no me quejo. Un año de arduo trabajo bien vale la pena si se culmina con la sonrisa de satisfacción, alegría y emoción de una pequeñita de 5 años que pega de brincos porque ya llegaron los Reyes Magos…

Nada se le compara, no hay con qué pagarlo, ni siquiera se puede explicar. Esa magia es inexplicable. Y los magos de oriente van y vienen tratando de conseguir el juguete que describe la carta. Una, dos, tres, cuatro y hasta cinco tiendas, hasta que lo hallan en lo más alto de algún anaquel… ¡Ya, con esto acabo!

Pero insisto, vale la pena. El no poder dormir, la angustia y la ansiedad están totalmente justificados. Nadie quiere que se pasen de largo.

Y aquellos ni eran reyes, ni eran magos, pero llegaron a adorar al niño que venía a cambiar al mundo. Hoy la tradición está más viva que nunca, la ilusión reflejada en esa carita me lo confirma. Vale la pena, sin duda vale la pena. Es la satisfacción del deber cumplido. Comienza un año más. Dios quiera que se corone con otra sonrisa de emoción, satisfacción y muchísima alegría. Así sea.

Obituario: Ay Cuauh, de veras, como gobernante eres un gran futbolista…

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