martes, 16 de febrero de 2016

De la catedral a la capillita



A mediados de 1991 el terrorista, multiasesino, extremista, narcotraficante, bandido y malo, Pablo Emilio Escobar Gaviria, se entregó a las autoridades colombianas, pero eso sí, puso como condición que lo encarcelaran en una prisión que él mismo había construido para tal cuestión: La catedral. El tristemente célebre malhechor invitó a todos sus amiguitos malandrines y, fingiendo que cumplían una terrible condena, armaban tremendas fiestas al interior de aquél penal. Allá adentro había de todo, cualquier cosa que usted, querido lector, se pueda imaginar. Todos los lujos y todas las excentricidades habidas y por haber las tenían esta bola de angelitos… Se la pasaban bomba, verdaderamente chévere. Sin embargo un buen día don Pablo decidió que ya no quería estar allá adentro, se aburrió. Así que agarró sus chivas, un par de compañeritos y emprendió la graciosa huida… Bueno, pero eso fue hace mucho y en Antioquia…

La semana pasada, en Nuevo León, lugar gobernado por un hombre bragado, de esos que no le temen a nada, echado pa’ delante, con hartos deseos de sacar adelante al estado y, ¿por qué no? al país entero. Bueno, pues la semana pasada, después de un motín donde murieron 49 reos, este personaje se enteró de que la cárcel de Topo Chico no era una catedral, pero sí una capillita…

Había celdas de lujo equipadas con salas, camas king size, pantallas con todo y televisión digital, frigobares, acuarios, peceras, baños saunas, aire acondicionado, 280 tienditas de abarrotes y hasta un bar… Y el Bronco, gobernador implacable al que no se le va una… no sabía. 

Vaya, semejante centro vacacional y de relajación y el responsable máximo en la entidad… no sabía. ¡Hágame usted el grandísimo favor! No nos diga que está trabajando para tener el control del penal, ni tampoco que la sobrepoblación tiene la culpa de todo. A otro perro con ese hueso, señor gobernador, usted nos debe una explicación. Si no sabía lo que pasaba allá adentro o es usted un inútil o está coludido. Eso sí, por lo pronto olvídese del 2018.

Obituario: “Cariñoterapia”: Dícese de aquello que el 6% de los sacerdotes en el mundo le da a los niños.

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